En la Iglesia Católica la fe se centra en Jesucristo, el Hijo de Dios, que con su muerte y resurrección salvó a la humanidad entera.
Y en la Iglesia Católica se tiene la Liturgia que es la celebración de la fe, y la celebración de la muerte y resurrección de Jesucristo, el Señor. En esta Liturgia la celebración central es la Santa Misa.
La Liturgia en la Iglesia Católica tiene un “ritmo” que se llama “Año Litúrgico”. Durante el cual se tiene la celebración de Jesucristo, como lo principal, por eso se celebra su nacimiento, su Pasión, su muerte y resurrección, también se celebran fiestas dedicadas a la Santísima Virgen María para reconocer que ella en su Encarnación tiene un papel central, y acompañó a su Hijo Jesucristo hasta la muerte en la Cruz.
También a lo largo del año se celebran fiestas de diferentes santos, que son aquellas personas que en su paso por este mundo supieron vivir el Evangelio y para nosotros son ejemplo y tienen un papel de intercesión entre nosotros y Dios.
Este ritmo litúrgico llamado “Año Litúrgico” se termina este domingo con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, que es una invitación a reflexionar, recordar y valorar que Él es el centro de la fe y la razón de nuestra vida.
Por eso dice la primera lectura de la misa de este domingo, tomada del libro del profeta Ezequiel: “Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios. Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia”.
Y las palabras tomadas de la segunda lectura de la misa dominical, de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios, que invitan a contemplar a Jesucristo como Rey dicen: “Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Al final cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, así Dios será todo en todas las cosas”.
Se puede orar con las palabras de la oración de la misa dominical: “Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado Rey del Universo, concede, benigno, que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente”.
Que el Señor Jesús, Rey del universo fortalezca e ilumine la vida de cada uno de ustedes.