Mi pequeño nieto José Manuel de 4 años de edad, se comunicó ayer conmigo del iPad de su hermana MarÃa José, que se encontraba en clases presenciales; el niño me dijo: Abuelo, te llamó para decirte que MarÃa quiere irse a vivir con ustedes, yo la escuché decirle eso a mamá. Conociendo que los hermanos son muy unidos, le pregunté a José si eso estaba bien o estaba mal, y contestó lo siguiente: No lo sé. ¿Tú también quieres venir a vivir con tu abuela y conmigo? No abuelo, yo estoy bien aquà con mi mamá, además ella es mi maestra y no puedo faltar a clases. ¿Crees que MarÃa nos quiera más que tú? Yo los quiero igual que MarÃa, pero, aquà en la casa, cuando termino las clases, me gusta jugar con mis primos. ¿Ya se te olvidó cuando tú y yo jugábamos también? No, pero ahora los juegos son diferentes, son con el Nintendo Switch hay más acción.
Tienes razón, tu abuela y yo ya somos medio lentos, además nos hemos quedado un poco atrasados en tecnologÃa. Bueno abuelo, ya voy a salir de la llamada porque ya llegó MarÃa y le tomé sin permiso su iPad. Se escucha el grito de MarÃa reclamándole a su hermano, él le dice que está hablando conmigo, ella le exige le regrese el aparato y José resignado lo entrega, MarÃa se pone en contacto conmigo, recupera su aparato y me dice: Abuelo, vengan por mÃ, quiero ir a hacer la tarea a su casa; como MarÃa aún está convaleciente de un problema respiratorio, le pedà un reporte se su estado de salud y ella dijo: Mocos nada, dolor de garganta nada, un poco de tos con flema, pero es flema blanca, temperatura normal. Oye MarÃa, todavÃa te escucho mormada. Es por las clases de natación, me contestó. Qué te parece si esperamos unos dÃas más para que ya vengas con toda confianza.
Abuelo… llevaré mi cubrebocas. Mira MarÃa, además va llover y no quiero que vayas a recaer si te mojas. No va a llover abuelo, además llevo paraguas. No hubo poder humano que venciera la voluntad de mi nieta, la abuela le dio el aval e intervino a su favor, no me quedó más remedio que ir a recoger a MarÃa, al llegar a nuestra casa se desató la lluvia y comenté: Qué te dije MarÃa, atrajiste la lluvia. No abuelo, el único que pude hacer llover es Dios, las cosas pasan sólo si él lo quiere, asà es que no tengas miedo, mi tos casi no existe, no me mojé y ya estamos en tu casa. Y MarÃa entró triunfante a la casa, se sentó en su lugar preferido, le pidió a la abuela un chocolate caliente y unas galletas, ambas disfrutaron esa tarde, yo las observaba desde mi estudio literario, envidiando su gran amor y su fe, me acerqué a MarÃa y le pregunté: MarÃa, me amas, la niña volteó a verme, fijó sus hermosos ojos en mà y dijo: Sà abuelo, tú sabes que te amo.
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