He podido estar en la toma de protesta de Américo Villarreal como nuevo gobernador de mi estado, lo cual tiene implicaciones personales de cierta profundidad no ya nada más por el hecho de que me siento tamaulipeca hasta la médula, sino porque en su trayectoria se insertan varias trayectorias con las que me identifico por completo.
En primer lugar, está el enlace familiar al mismo tiempo que político, porque ocurre que mi padre, Jaime Báez, fue suplente del senador Américo Villarreal Guerra, padre del actual gobernador y quién fuera también gobernador de Tamaulipas de 1987 a 1993, para lo cual dejó su escaño haciendo posible entonces que mi padre lo supliera y que mi familia se trasladara a la Ciudad de México en 1986.
Villarreal Guerra (1931-2010) es reputado como un hombre de familia, honesto y honrado, al igual que su hijo, pero además fue un gobernador muy querido, que la gente recuerda con cariño y profundo respeto.
Luego de ese gobierno del primer Américo vino algo así como una descomposición política terrible en Tamaulipas, que se manifestó en todos los ámbitos como parte de una reorganización (y también descomposición) del Estado mexicano en manos de una facción que supuso a su vez la transformación ideológica del PRI, que terminaría alejado por completo de la tradición del nacionalismo revolucionario en la que se formó tanto mi abuelo (Juan Báez, líder histórico agrarista) como mi padre, y cuya influencia, de alguna manera, llegó hasta mí y mis hermanos en una sucesión generacional que nos ha marcado a todos para siempre, razón por la cual a la entrada de mi oficina, en la secretaría general de la Cámara de Diputados, pueden verse de frente dos cuadros en la estancia principal: uno de Elvia Carrillo Puerto, líder socialista del sureste, y otro de Andrés Molina Enríquez, el gran teórico e ideólogo de la revolución agraria en México y una de las mentas más lúcidas que comprendió como pocos las razones por las que una revolución aparece como oportunidad que la historia ofrece a un pueblo para progresar. Tales son dos de mis principales influencias tanto intelectuales como políticas.
En segundo lugar está un vínculo generacional como tengo dicho, pero no porque seamos el gobernador Américo y yo de la misma generación, sino porque su llegada representa los deseos y proyecciones que muchos de la mía compartimos, y que salimos de Tamaulipas a estudiar a la ciudad de México (Economía en el ITAM en mi caso) durante la década de los 90 del siglo XX, con el propósito de contribuir a mejorar la vida tanto del estado como del país sacudidos generacionalmente por acontecimientos nacionales (asesinato de Luis Donaldo Colosio, emergencia del EZLN, crecimiento descontrolado del narcotráfico) como internacionales (caída de la Unión Soviética, caída de las Torres Gemelas de Nueva York) que hoy, a la distancia, podemos ver panorámicamente como definitorios de lo que todavía está ocurriendo en nuestro presente.
Américo Villareal tiene un gran reto sin duda alguna: sacar al estado adelante luego de la terrible crisis derivada de la pandemia, así como de la turbulenta vida política que ha tenido Tamaulipas en los últimos veinte años cuando menos. De gran relevancia me pareció el anuncio de que realizará la 2ª parte del acueducto Guadalupe Victoria (la primera parte fue realizada por su padre) que, además de ser dramáticamente necesario dado que parte importante de la población de Ciudad Victoria no sabe lo que es tener agua potable corriente las 24 horas de los siete días de cada semana durante un año corrido.
Se trató de una toma de protesta con una carga de esperanza conmovedora en la gente que se respiraba por todos lados. Yo compartí esa esperanza y estoy segura que muchos de mi generación también. Américo declaró en su discurso quegobernará siguiendo la consigna fundamental del presidenteLópez Obrador: primero los pobres. Además, el acto contó con una nota simbólica bien interesante ciertamente, que me recordó la historia de la antigua república de Roma, puesademás de tomar protesta ante el Congreso, lo hizo ante el pueblo en un evento masivo. Al hacerlo así, me hizo rememorar el significado de las letras SPQR, sigla de la frase latina utilizada para referirse a la Roma republicana y que al día de hoy sigue siendo el emblema oficial de la capital italiana: “Senatus PopulusQue Romanus” es la frase latina, que significa literalmente el Senado y el Pueblo de Roma juntos. ¡Felicidades Gobernador! ¡Enhorabuena Tamaulipas!
*La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión