El amor, es un fenómeno marginal en la sociedad occidental que limita la libertad personal y desaparece la libertad social. El acto sexual sin amor elimina por momentos el abismo entre dos personas. Si soy como todos, si no tengo sentimientos o pensamientos que me hagan diferente, si me adapto en costumbres, ropas, ideas, estoy a salvo de la soledad. Vive la ilusión de que es individual, que llega a determinada conclusión por resultado de su pensamiento, y sus ideas son iguales que las de la mayoría. Obedecen los mismos órdenes, convencidos que son sus deseos.

Producir en masa estandariza productos; el proceso social estandariza personas. Desde el nacer a la muerte, la actividad es prefabricada. ¿Cómo se puede preso en una red de rutina recordar que es único, que se tiene una única oportunidad de vivir, con esperanza y desilusión, dolor y temor, anhelo de amar y miedo a la nada y a la separatidad?

El amor es actividad, estar, no un arranque. Dar no significa renunciar, privarse de, sacrificarse. ¿Qué da una persona? Da lo que está vivo en él. Implica hacer de la otra persona dador, y ambas comparten la alegría de lo que han creado. El amor es poder que produce amor. Nos conocemos y no nos conocemos, pues no somos cosa. Cuando se avanza a la profundo de nuestro ser, o de otros, más nos elude ese conocimiento. El amor es la penetración activa en la otra persona.

El amor infantil dicta, amo porque me aman; el amor maduro, me aman porque amo; el amor inmaduro, te amo porque te necesito. El amor no es relación con una persona; es actitud, orientación del carácter que determina el tipo de relación de la persona con el mundo. Si amo a una persona, amo toda persona, amo a la vida.

Para la mayoría, su persona, como las otras, rápidamente se explora y agota. La intimidad se establece con contacto sexual, que disminuye con el tiempo, lo que lleva a encontrar amor con otra persona. La experiencia de enamorarse vuelve a ser estimulante, para ser menos intensa, y concluye en una nueva conquista, un nuevo amor con la ilusión de que éste será distinto. La atracción sexual crea la ilusión de la unión, pero sin amor esa unión los deja desesperados como antes.

El problema del capitalismo es que necesita hombres que cooperen mansamente, en gran número; que consuman más; de gusto estandarizado, puedan modificarse y anticiparse fácilmente. Necesita hombres que se sientan libres e independientes, no sometidos a autoridad, principio o conciencia moral; dispuestos a que los manejen, a hacer lo que se espera de ellos, a encajar fácilmente en la maquinaria social; que se les pueda guiar sin uso de la fuerza, conducir sin líderes, impulsar a cumplir, apresurarse, funcionar, seguir adelante. El hombre está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. Es un artículo, siente la fuerza vital como inversión para producir el máximo de beneficio posible en las condiciones del mercado. La relación humana es de autómata enajenado en las que cada uno basa su seguridad en estar en un rebaño, no diferir en pensamiento, sentimiento o acción, y tratan de estar cerca de los demás, pero todos están solos, invadidos por sentimientos de inseguridad, angustia y culpa.

Hay paliativos para ignorar conscientemente la soledad. El trabajo burocratizado y mecánico sepulta deseos humanos básicos, trascendencia y unidad. Cuando la rutina no basta, se dedica a divertir, comprar cosas nuevas y de inmediato cambiarlas. Se vive apariencia feliz; alimentado, vestido, sexualmente satisfecho; pero sin yo; con contacto superficial con sus semejantes.

El amor como satisfacción sexual recíproca, trabajo en equipo, refugio a la soledad, es patología del amor social. El amor no significa ausencia de conflicto. Amor es desafío constante, no lugar de reposo; es crecer, trabajar juntos. Armonía o conflicto, alegría o tristeza, son secundarios del hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, son uno con otro, uno consigo mismo, y no al huir de sí mismo.