Las petroleras estatales latinoamericanas caen. Aunque hay crisis en el sector hace años; la caída persistente en su producción, corrupción e intervencionismo estatal, sumados a la baja del precio, complican la situación de Pemex, la brasileña Petrobras y la venezolana PDVSA. Pemex (106 mil millones de dólares) superó a Petrobras como la empresa petrolera más endeudada del mundo y PDVSA está en crisis política y económica.
Entre 2003-14, vivieron época de “vacas gordas” por el alto precio del crudo, pero los recursos los usaron los gobiernos sin importar que las descapitalizaban y ponían en desastre operacional. Los gobiernos muestran profunda adicción al dinero.
Otro problema es que las petroleras estatales son herramientas políticas. Petrobras fue por años modelo de éxito. En los 90 entró al mercado bursátil con proyección positiva, pero entramados de corrupción crearon una red de lavado de dinero en un esquema de sobornos que salpicó a tres expresidentes brasileños y a decenas de políticos. En Latinoamérica, gente poderosa usa el dinero de compañías estatales para llenar sus bolsillos y toman decisiones para favorecer sus propios intereses.
Pemex está en el centro de la discusión tras 15 años de caída en la producción y falta de inversión. El presidente López presentó un plan para mejorar su posición; reducir la carga impositiva de Pemex de 65% a 54% para 2021, más inyección de dinero que llegará a US$7,400 millones en 2022. Se busca subir la producción de 1,7 millones de barriles al día a 2,6 millones en 6 años. Para los analistas el plan es insuficiente pues es improbable que Pemex reduzca su deuda e invierta en nuevos proyectos; ¿de dónde va a salir el dinero? La secretaria de Energía, Rocío Nahle, dijo sin aportar evidencia que sostenga dicha tesis, que bancos y calificadoras “deberían observar con beneplácito el cambio de rumbo”. Petrobras, disminuyó su deuda, en 2014 de US$110.000 millones, con recorte de gasto y venta de activos.
En los negocios la estabilidad genera éxito. Las compañías hacen planes a largo plazo en petróleo o gas pues exige invertir gran suma de dinero hoy, para recuperar beneficios en 5, 10 o 20 años más. El caso de PDVSA, con la mayor reserva de petróleo del mundo, es una tragedia. La forma de que las cosas mejoren es otro gobierno. El daño a la infraestructura y el nivel de deuda, exigen tiempo y dinero. El precio del petróleo varía entre US$150 el barril y US$30”. En el boom de precios, ganancias altas, los gobiernos no mejoraron la eficiencia. Al colapsar el precio en 2014, enfrentaron problemas. En enero 2016 el barril cayó por debajo de los US$28 y aunque actualmente supera los US$60, el escenario es competitivo.
¿Cómo mejorar su situación las petroleras? Primero, manejarlas comercialmente, no con fines políticos. Revisar cómo el gobierno cobra impuestos. Lo lógico es que el gobierno tome recurso cuando hay ganancias, en el caso de PDVSA y Pemex, les sacan dinero cuando no hay ganancias. Otra salida es que las empresas saquen al mercado porción de sus acciones para que exista rendición de cuentas. No es una panacea; Petrobras es ejemplo, primera empresa latinoamericana que cotizó en el mercado y eso no evitó la corrupción y el endeudamiento. El petróleo tiene un gran peligro: es una tentación tremenda. El gran dinero que produce y los controles blandengues desde la producción hasta su destino final, le convierten en manguera con múltiples perforaciones en toda su longitud por las que se fuga nuestro dinero.