Ordenadores, Internet, empleo masivo de robots, amenazan la industria del papel, cuya demanda cayó a mínimos históricos por digitalización de la economía. Los primeros pasos se dieron a mediados del siglo XX, con la Tercera Revolución Industrial y uso de herramientas informáticas. Gran cantidad de procesos manuales en papel pasaron a ordenadores que trabajan con datos en formato digital.
En este siglo cayó el uso de papel, tendencia de la Cuarta Revolución Industrial. La expansión de Internet, el aumento de dispositivos portátiles de comunicación (tablet, móvil, etc.) y desarrollo de sistemas informáticos que manejan volúmenes mayores de información son las causas, también robotización de procesos productivos y la conciencia generalizada sobre el impacto medioambiental del consumo de papel. COVID-19 reforzó la tendencia por el teletrabajo, las empresas papeleras prevén caída de la demanda por reducción de la actividad económica y porque se adopta trabajo a distancia permanente.
La transición a economía menos dependiente de papel da ventajas. Reduce gastos operativos al sustituir un coste variable directamente ligado al nivel de información gestionado, por un coste fijo en inversión inicial y mantenimiento. El volumen de trabajo aumenta con repercusión mínima sobre costes, lo que facilita la expansión empresarial. Además, el que los datos son accesibles desde todo punto geográfico crea economías de escala a nivel empresarial con centros de trabajo (hubs) especializados, los cuales formar parte de la estructura empresarial o ser externos.
El formato digital reduce riesgos en la seguridad de la información por pérdida o deterioro del pape, aunque tiene desafíos como ciberataques o fallos informáticos, así que desarrolla mecanismos para enfrentarlos (copias de seguridad, firewalls, etc.) Contar con información legible y manipulable en ordenadores crea robots que realizan procesos que se hacían en papel y manualmente. Se abre oportunidad para robotizar gran cantidad de tareas y se avanza a una economía más tecnificada. La existencia de datos en formato digital es condición para automatizar procesos que impulsan la productividad. Hay demanda pujante de papel y cartón para envío a domicilio por la digitalización, debido a que las compras por internet aumentan exponencialmente los envíos de las empresas a sus clientes. El proceso de cambio que suponía amenaza abre posibilidades de negocio para el sector.
La transición a una economía menos dependiente del papel constituye ejemplo de un cambio promovido por espontaneidad del mercado, lo que es relevante, ya que el mensaje que se repite desde las instituciones es que los grandes avances económicos son dirigidos o al menos apoyados por el Estado. Desde este punto de vista, los agentes del mercado son incapaces de valorar aspectos positivos de los procesos de cambio, lo que obliga a que éstos sean impulsados por las autoridades. Las razones son enfoque cortoplacista de empresarios y consumidores e inversión inicial alta que sólo puede financiarla el Estado. Estos argumentos se usaron en Europa para la transición a fuentes de energía renovables, creando un entramado de impuestos, subvenciones, regulaciones y tarifas diferenciadas. El resultado es un mercado intervenido y una transición incompleta que oculta graves ineficiencias.
Con el papel ocurre lo contrario. La transición no la impulsa reuniones de mandatarios políticos, impuestos que castiguen a los consumidores de papel, ni subvenciones a la digitalización. Es un proceso de cambio natural del mercado sin necesidad de coordinación superior, a través del “orden espontáneo” que se da a lo largo de la historia.
La digitalización demuestra que el cambio se produce de manera diferente en cada empresa según circunstancias particulares, y si eso impide cuantificarlo, le aporta flexibilidad que facilita decisiones eficientes. Hay actividades donde la transición se completó y otras donde ni siquiera inicia y dentro del mismo sector existen grandes diferencias entre empresas. Es indudable que la digitalización de la economía va de la mano de reducción del papel y robotización de tareas, tendencia que llegó para quedarse.