La crisis sanitaria y económica que vivimos es cuestión importante de COVID-19. El impacto psicológico en las personas confinadas en sus casas es alto y diferente. Hay sentimientos y reacciones varias: miedo, incertidumbre, indefensión, tristeza, aburrimiento, desidia, nerviosismo o frustración, son normales y esperadas. Está bien sentirlas y no se debe luchar contra ellas.
Las personas infectadas con cuadros leves, que permanecen aisladas del resto de convivientes, experimentan malestar físico y emocional. La soledad es síntoma que se combate con videollamadas. Sentimientos de autorreproche o vergüenza por el contagio, o culpa o miedo, por la posibilidad de contagio a personas de su entorno, tendemos a evitarlas pues generan malestar, las camuflamos con actividades o las escondemos de quienes nos rodean. Es necesario permitirse y permitir a otros estar preocupado, con miedo, aburrirse o frustrarse. Se debe permitir que fluyan estas reacciones para aprender a tolerarlas y normalizarlas. Es lógico tener miedo en una situación de pandemia y confinamiento. El aburrimiento durante la cuarentena puede camuflar otras emociones más difíciles de tolerar y gestionar.
La mayor parte de la población dispone de recursos psicológicos personales para afrontar esta situación de forma adecuada. Hay que explorarse e identificar las habilidades de afrontamiento y características personales, que son de ayuda. Para algunas personas, la cuarentena puede derivar en agravamiento de estados de depresión, ansiedad, insomnio, desmotivación, obsesiones, miedos o problemas alimentarios. Cuando los síntomas previos se agravan durante días o interfieren con actividades básicas cotidianas, es preciso contactar con un psiquiatra o psicólogo.
El libro, Psicología de Pandemias de Steven Taylor (2019) recoge recomendaciones que dan la Asociación Americana de Psicología (APA) y la Asociación Canadiense de Psicología (CPA), y consejos prácticos para manejar este nivel de estrés: Se debe informar cómo mantenerse seguro: información de fuentes fiables y seguir las instrucciones. Somos bombardeados con información por redes sociales. Este flujo contiene rumores absurdos e información cruda y veraz. Todo contribuye a la sensación de miedo constante. Es importante dosificar la información.
Mantén la perspectiva: El ser humano tiene estrategias para sobrevivir a situaciones complicadas o estrés. Identifica las habilidades que dan fuerza ante la adversidad. Siempre se ha vivido situaciones complicadas que ponen a uno al límite y, sin embargo, se es capaz de afrontarlas y salir adelante.
Mantén hábito de vida sano: establece adecuado ritmo de vida, dieta saludable, higiene, ejercicio y hábito de sueño. Evita alcohol, exceso de bebida con cafeína y consumo de drogas. Establece rutina en lo posible. Organiza las actividades del día y establece horario para realizarlas: trabajo en casa, a cocinar, leer, hacer deporte y ponerte en contacto con las personas que te apetece.
Construye resiliencia: proceso de adaptación y afrontamiento ante la adversidad. Revisa el pasado. Identifica momentos duros en los que fuiste capaz de establecer estrategias de afrontamiento.
Tener un plan: organiza en la compra, actividades del día, el trabajo, actividades con tu pareja o hijos. Las salidas deben limitarse el contacto con otras personas. Prepara un itinerario si hay que ir a más de un establecimiento. Evitar horarios de confluencia de gente.
Comunícate con la familia: informa la situación adaptando la información a la edad y circunstancias. Los niños tienen capacidad de adaptación y están en desarrollo donde aprender observando a los adultos y otros niños es muy potente. Valora que se es ejemplo de afrontamiento ante la adversidad y de gestión de emociones. Es importante que los niños realicen tareas escolares y actividad física. Es vital que te comuniques con personas mayores de la familia que estén aisladas. Hablar a diario con ellas y saber que tienen sus necesidades cubiertas.
Mantente conectado: continúa con contacto social con familia y amigos, aunque con límites en internet y redes sociales. Se dispone de opciones para hablar, usalas de modo saludable, poniendo horarios y límites.