El 31 de marzo se celebró el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (CNDH) define al término “transgénero” como “paraguas utilizado para describir las diferentes variantes de la identidad de género (incluyendo transexuales y travestis, entre otros), cuyo denominador común es que el sexo asignado al nacer no concuerda con la identidad de género de la persona.”
Asimismo, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en su artículo primero, la prohibición de ejecutar cualquier acción que atente contra la dignidad humana o que anule o menoscabe los derechos y libertades de las personas, las cuales tengan su origen en prejuicios del género, sexo o preferencias sexuales, entre otras. Lamentablemente las leyes no bastan para combatir la discriminación y la violencia en contra de personas transgénero.
En México, el porcentaje de la población de la diversidad sexual es del 2%, lo cual equivale a aproximadamente 2.5 millones de personas. Comparado con el número de personas que viven en pobreza en México (43.9% según CONEVAL, es decir, 56.6 millones de personas), sorprende no que la cuestión transgénero haya llegado a la agenda nacional, sin duda hay razones precisamente reflejadas en la Encuesta anual sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (ENDOSIG), sino el hecho de que el tema se haya vuelto tan mediático, aún cuando sólo afecta al 2% de la población en todo el mundo. La clave está en USA, lo que ahí sucede, encuentra eco rápidamente en nuestro país.
Al respecto, el blog “Vanguardia Feminista” tradujo el trabajo de investigación “¿Quiénes son los hombres blancos ricos que institucionalizan la ideología transgénero?” de Jennifer Bliek, quién hace un recuento del financiamiento que han llevado a cabo, en los Estados Unidos, personas como “Jennifer Pritzker (un hombre que se identifica como transgénero); George Soros; MartineRothblatt (un hombre que se identifica como transgénero y transhumanista); Tim Gill (un hombre gay); Drummond Pike; Warren y Peter Buffett; Jon Stryker (un hombre gay) y Ric Weiland (un hombre gay fallecido cuya organización filantrópica todavía está orientada a las personas LGBT). La mayoría de estos hombres multimillonarios financian el lobby y las organizaciones transgénero a través de sus propias organizaciones sin fines de lucro, pero también de sus grandes corporaciones.”
Este poderoso cabildeo en los Estados Unidos, desde luego se ha visto reflejado en el resto del mundo occidental, lo cual sin duda ha ayudado a que la sociedad tome conciencia sobre el problema de discriminación y violencia que sufren personas por razón de género o preferencia sexual, pero también es posible que el alto perfil mediático del tema implique una fuerte influencia en las personas más vulnerables que buscan identificarse con algo o con alguien o pertenecer a un grupo, por lo general niños y adolescentes.
Al ir permeando el tema en la sociedad, ésta lo refleja en todo tipo de ámbitos: cine; campañas publicitarias de tiendas departamentales que buscan mostrarse incluyentes con la comunidad LGBTI+; proliferación del lenguaje incluyente; urgencia por manifestar los pronombres con los cuales se identifica cada persona (aún cuando ya hemos visto que menos del 2% de la población se identifica como parte de la diversidad sexual y/o de género) e incluso en el incremento de personas con interés en cambiar de género, lo cual resulta en un mayor número de clínicas especializadas para atender el tema o en personas que desean una cita en dicho tipo de clínicas.
En cuanto al caso particular de México, la cuestión transgénero también ha ido escalando en la agenda pública, gracias al papel creciente de diversos actores, como las organizaciones internacionales, multilaterales, intergubernamentales, tanto públicas como privadas, en la definición de las agendas nacionales. Así, el sector público en México, también empieza a actuar: En la actuallegislatura federal LXV, por primera vez en la historia, se integraron dos diputadas transgénero (Salma Luevano y María Clemente García, ambas del Grupo Parlamentario deMorena); el pasado 2 de octubre, el Gobierno de la CDMX inauguró la primera clínica pública de atención transgénero; la Secretaría de Relaciones Exteriores reconoció la labor de una mujer transgénero en favor de la comunidad de migrantes mexicanos en USA; la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX ha reconocido el término “transfeminicido” y ha solicitado a la Fiscalía local su uso para los casos de los asesinatos de mujeres transgénero.
Previamente, en 2008 se aprobaron las primeras reformas que modificaron el código civil para reconocer la identidad de género como causal en la modificación de las actas de nacimiento y así permitir la concordancia entre la identidad jurídica y la identidad social de las personas trans. Sin embargo, no se aprobó nada relativo al ambito de salud de las personas trans. Posteriormente, en 2015 se aprobó una nueva iniciativa que hizo posible que el proceso judicial para el cambio de identidad se substituyera por un trámite administrativo para el que ya no era necesario acreditar intervenciones quirúrgicas, terapias o diagóstico de disforia de género a fin de lograr el reconocimiento de la identidad de género.
En los últimos 20 años los colectivos trans en México han hecho una ardua labor a fin de posicionar su tema en la agenda pública, gracias a lo cual las autoridades se han sensibilizado. Sin embargo, aún hacen falta reformas al marco jurídico de la mayoría de los estados, incluyendo Tamaulipas, donde sólo 3 personas han logrado el cambio de identidad a través de amparos y después de meses de costosos litigios.
Por otra parte, un discurso incluyente, en las plataformas de los partidos políticos y en las campañas electorales, ayudaría a sensibilizar a los actores políticos y a la población en general sobre la situación de la comunidad trans, una minoría de alrededor del 2% de la población total; a la cual se le deben reconocer sus derechos sin perder de vista que la prioridad en la agenda mediática no es la misma que la de la agenda pública, dónde deben prevalecer los problemas más graves que aquejan a la mayoría de los mexicanos, entre ellos: pobreza y desigualdad, que habré de abordar en este espacio próximamente.