El ayer, cuando brillaba la luminosidad de tu alma al reflejarse en el espejo de la vida, te hace recordar cómo aparecían los claros destellos de tu dicha, de la tan estimada alegría, de todos los momentos hermosos donde derrochabas la luz de tu dichosa lámpara encendida; y mira ahora tu otrora luminoso entorno, está lleno de sombras, porque su flama languidece por el temor a encontrarte una realidad distinta a la que disfrutabas en los amados días de la juventud preciosa.
Mírate bien en ese espejo existencial de profundidad indefinida, míralo con la superficialidad que amerita, para que se pueda reflejar la realidad de tu divinidad infinita y no la oscuridad de los pensamientos fatalistas que emergen por tu evidente debilidad fortuita que atraes por la falta de seguridad en tu potencialidad bendita.
Mantén tu lámpara de vida encendida, y con ello, mantén tu atención explícita sobre el espíritu inmortal que en tu corazón habita, deja de temerle a la oscuridad que todo lo marchita, para que puedas caminar hacia la luz de la eternidad infinita.
Luz de la sabiduría magistral, establece tu jerarquía en mi inteligencia primitiva, para vencer en la ocasión precisa, a todo aquél que a mi alma quiere hacerle el mal.
El ayer de la perfecta armonía pudiera ser tu presente, no dejas de verlo con el lado oscuro de tu mente, que no te confunda la oscuridad, recuerda que en ella está ausente la luz; el Maestro será tu guía, para conducirte por el camino de la verdad.
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