Las mujeres mexicanas obtuvimos el derecho a votar y ser votadas en el ámbito federal el 17 de octubre de 1953. Un aniversario para recordar la lucha de las mujeres que lo lograron y que empezó muchos años antes. El voto es hoy en día, para las niñas de este país, un derecho jurídicamente pleno, que llegará con la mayoría de edad y podrán pronunciarse en las urnas sobre el destino de la nación. Lo celebro con agradecimiento a todas las mujeres que lo hicieron posible y con la esperanza de que las nuevas generaciones crezcan con interés e involucramiento en la vida política de México.

El Archivo Histórico de la Cámara de Diputados es repositorio de la memoria legislativa de nuestro país y en él se resguardan documentos sobre la lucha mencionada. Como punto de partida podemos tomar el año de 1916, en el que se realizó el Primer Congreso Feminista Mexicano, convocado en octubre de 1915 por el General Salvador Alvarado, Gobernador de Yucatán. Fue durante los años de la lucha revolucionaria que por primera vez se buscó promover los derechos de las mujeres en funciones similares a las de los hombres, en espacios educativos, políticos y sociales. Este evento local tuvo una trascendencia tan grande que al año siguiente se suprimió el Código Civil de 1884 y se dio paso a la Ley de Relaciones Familiares de 1917. Hermila Galindo – política, escritora y periodista mexicana, secretaria particular de Venustiano Carranza, nacida en Durango en 1886 y que incursionó en la política en 1909 al difundir sus ideas contra el gobierno de Porfirio Díaz – pidió al Constituyente convocado en Querétaro el 12 de diciembre de 1916, se concediera el voto a las mujeres con la finalidad de poder participar en las elecciones de Diputados. Aun cuando pasó desapercibida la discusión sobre los derechos de la mujer, la petición sentó un precedente. Por todo esto, es considerada una de las mayores sufragistas de México y cuya participación fue esencial para lograr el voto.

Durante la década de los veintes los ánimos siguieron en alto y la presencia de grupos feministas fue en ascenso. Elvia Carrillo Puerto, nacida en Yucatán en 1881, – hermana de Felipe, revolucionario socialista que fue Gobernador de Yucatán de 1922 a 1924, quien fuera ejecutado tras el golpe delahuertista -, fue una líder feminista, política y también reconocida sufragista, cuyo activismo le ganó el sobrenombre de la Monja Roja del Mayab, finalmente elegida al Congreso de Yucatán en 1923, lo que la convirtió en una de las tres primeras mujeres, junto con Beatriz Peniche y Raquel Dzib, en lograrlo. Para 1933, la causa tenía gran fuerza y la Confederación Femenil Mexicana solicitó al Congreso de la Unión reformas a la Ley Electoral de 1918 que pedían garantizar los derechos políticos de las mujeres.

En 1937, el Presidente Lázaro Cárdenas envió una iniciativa de reforma constitucional al artículo 34, la cual fue aprobada, pero al no emitirse la declaratoria de publicación en el Diario Oficial de la Federación no prosperó. Fue hasta 1953 que la lucha culminó en el anhelado sufragio femenino, cuando durante la Presidencia de Adolfo Ruiz Cortines se emitió la declaratoria de ley a las reformas constitucionales de los artículos 34 y 115: finalmente quedaría establecido el pleno goce de los derechos políticos a las mujeres. Como la historia la protagonizan personas de carne y hueso, frecuentemente surgen anécdotas que dotan de cercanía a estos procesos, una de ellas es qué en 1952, el día de la elección presidencial en las que habría de resultar ganador Adolfo Ruiz Cortines, al decirle su esposa que tenían que ir a votar, el futuro presidente le recordó que ella no podría, a lo que Doña María de los Dolores Izaguirre respondió “en cuanto puedas, arreglas esa situación”. Poco tiempo después, Doña María podría depositar su voto.

En 1954, Martha Aurora Jiménez de Palacios, se postuló a una diputación federal y triunfó en las urnas el 4 de julio. Rindió protesta el 7 de septiembre en el recinto de Donceles, y se convirtió en la primera mujer en ocupar una curul en la Cámara de Diputados. El Auditorio principal del Palacio Legislativo de San Lázaro lleva hoy su nombre, como homenaje y recuerdo de que su elección significó una nueva etapa en la democracia, con las mujeres presentes en la vida política con plenos derechos, La lucha había rendido su primer gran fruto, pero quedaba más camino por recorrer, para lograr la igualdad jurídica entre hombres y mujeres. El paso de los años y sus acontecimientos cambiaron el panorama de intereses y necesidades del país. Reformas constitucionales de los años 70 modificaron la situación jurídica de la mujer y retiraron la tutela de los hombres sobre nosotras. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró a 1975 el Año Internacional de la Mujer y la Primera Conferencia Mundial de la Mujer se celebró en nuestro país, que reunió emisarias y representantes de muchos lugares del mundo durante parte de junio y julio de ese año y que culminó con la Declaración de México.

La llegada de más mujeres al Poder Legislativo ha representado un incremento sustancial en el número de iniciativas aprobadas que abonan al cierre de brechas de género presentes tanto en el ámbito público como en el privado.  El impulso a la paridad total ha propiciado que hoy muchas mujeres encabecen más gubernaturas y tengan puestos de la mayor responsabilidad en los gabinetes de los tres órdenes de gobierno.  Gracias al esfuerzo y tenacidad de las legisladoras, 23 legislaturas y 70 años después, llegamos a la Legislatura LXV, la de la Paridad, la Inclusión y la Diversidad que, por primera vez en la historia, cuenta exactamente con el mismo número de diputados y diputadas.  Valga recordar con orgullo que, según la Unión Interparlamentaria, el Congreso de México es el único cien por ciento paritario en el mundo.

* Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión