Una serie de acontecimientos se llevarían a cabo con motivo del aniversario de la capital de Tamaulipas, Ciudad Victoria, encabezadas por el presidente municipal Oscar Almararz Smer, quien desde muy temprana hora inicio su tradicional recorrido y actividades para supervisar obras, atender gente y más.

La capital tamaulipeca, más triste que nunca, cumple años, y es un motivo para sentirnos contentos los que amamos nuestra tierra o los que hemos sido generosamente adoptados por ella, y como se dice popularmente, “bebido agua de La Peñita”, situación que según nuestros queridos viejos, era pretexto incuestionable para quedarse en la tierra generosa del noreste mexicano.

Pero, ¿Qué espera Victoria en su aniversario? Todos los que cumplimos años tenemos un sueño o una ilusión: juguetes, ropa, un vehículo o algo mate-rial; pocos pensamos en aspectos emocionales o de otra índole, para ser sinceros, pero eso no quiere decir que no tengamos pensamientos de ese tipo para nuestra capital tamaulipeca.

En ese sentido, podríamos todos regalar a Victoria algo para que se sienta orgullosa de sus hijos.

Podríamos, por ejemplo, regalarle una fuerte solidaridad con los que tienen menos, con los que requieren de la ayuda de los demás y la reciben sin esperar a que los otros se tomen una foto para publicar sus apoyos.

Podríamos regalarle conciencia parra manejar y respetar a los demás victorenses que, como nosotros, tienen mucho que aportar a la vida intelectual, artística, productiva, laboral y de todo tipo que se desarrolla en nuestra tierra.

También podríamos entregar a Victoria el compromiso de respetar las leyes de todo tipo, comenzando por las de pago de obligaciones tributarias para poder exigir a nuestras autoridades un buen ejercicio de los recursos públicos, y ver que crezca la infraestructura aunque sea, a un paso lento, pero siempre constante.

Podríamos decirle que por el amor que le tenemos estamos dispuestos a respetar los ordenamientos y no tirar desperdicios en sus calles para que el drenaje no sufra problemas y no tengamos que padecer luego las inundaciones que dejan millones de pesos en daños y pérdidas, y a veces, hasta vidas humanas.

Podríamos dejar de sentirnos importantes como un ente único, y pretender ser importantes para nuestros conciudadanos, para con los demás, y dar a cada quien el lugar que se merece, dejando a un lado la torpe mentalidad de que somos de una estirpe distinta y merecemos ser tratados como entes de una realeza que no existe ni existirá.

También, si queremos agradar a Victoria, podríamos respetar a la autoridad y exigirle respeto, hacer cada uno de nosotros lo que tiene que hacer, y pedir a la autoridad que haga lo que tiene que hacer en la medida que se vaya necesitando, sin escatimar esfuerzos de ambas partes, porque cuando una de éstas no cumple con lo pactado, la desigualdad asoma y entonces no se puede resolver la problemática existente.

Podemos regalarle armonía en nuestras zonas verdes y fomentar el crecimiento de árboles para que colaboremos con la situación ambiental que el mundo exige y urge a cada momento, en aras de preservar un planeta que se extingue poco a poco, por culpa de quienes lo habitamos y hemos hecho un uso irresponsable y desmedido de todos sus recursos.

Y también, podríamos procurar fomentar el empleo y otras actividades como el turismo, para que nos conozcan más personas, pero entregar esa parte humana que ha caracterizado a la capital de Tamaulipas a través de los años, y que le ha dado su mote de “Ciudad Amable”, porque eso somos, parte de una ciudad amable que hoy celebra su aniversario y con gala nos dice que está dispuesta a vivir otros muchos años más, pensando en que si todos le festejamos y tributamos el homenaje que merece, seguramente tendremos Victoria para muchos años más.

Que viva Victoria, pues, y felicidades a mi tierra querida.

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