Tiger Woods entró al recinto de los inmortales, un lugar que lo esperaba desde hace años.

La gran estrella del golf fue inmortalizada en la Clase 2022 que se integró al Salón de Fama del Golf Mundial.

Todos los inducidos fueron presentados ayer junto con sus logros… excepto Tiger: sobre sus conquistas hay poco qué decir, por algo su elección fue unánime.

Está empatado junto a Sam Snead con el récord de victorias más en el PGA Tour, con 82. Presume 15 Majors en su carrera, a tres del récord que tiene Jack Nicklaus.

Fue novato del año, 11 veces jugador del año en el PGA Tour, lideró la lista de ganancias en 10 ocasiones. Es uno de los cinco jugadores que ha ganado el Grand Slam (ganar todos los cuatro Majors) y podríamos seguir, sus récords son interminables.

“Perdí mi apuesta con Stricker de que no lloraría”, comentó un emocionado Tiger al tomar la palabra, luego de una emotiva presentación a cargo de su hija Sam.

En su discurso, Woods rememoró sus inicios en el golf, con anécdotas sobre su padre, así como algunas dificultades que vivió en su niñez.

“Una de las cosas más especiales fue poder jugar en campos de Country Club, con greenes frescos. Cuando jugué ahí recuerdo que no me dejaban entrar a las casas club como otros niños podían hacerlo. El color de mi piel dictaba eso. Como fui creciendo eso motivó aún más.

“Me negaban el acceso, estaba bien. Iba al estacionamiento, me ponía mis zapatos y sólo preguntaba dos cosas: dónde estaba la salida de hoyo, y cuál era el récord de campo. No era complicado”, explicó.

Tiger Woods cambió el golf, transformó la industria y revolucionó el deporte. Su legado será imborrable, sentó un antes y un después para siempre. Ayer se cumplió el protocolo para asignarle un lugar que ya tenía escrito su nombre con letras de oro