Canastota es una pequeña ciudad al norte del estado de Nueva York y es aquí donde se estableció el Salón de la Fama del Boxeo Mundial. Carmen Basilio, nacido aquí, quien fuera uno de los grandes campeones mundiales en los 1950’s, fue la inspiración; un pequeño nicho con una bata, unos guantes y una placa fue colocado en una esquina de esta ciudad y eventualmente se construyó una pequeña casa que al día de hoy sigue siendo el recinto de los inmortales.

Con el liderazgo de Ed Brophy, su familia y cientos de voluntarios de esta ciudad, el International Boxing Hall of Fame ha quedado establecido como el más importante de nuestro deporte.

Cada año se celebra la inducción en la que peleadores, así como promotores, mánagers, periodistas, comisionados y oficiales son entronizados para la eternidad.

He tenido la gran fortuna de estar presente en muchas ocasiones y puedo decir que es verdaderamente mágico estar aquí durante las actividades que se realizan durante cuatro días; la convivencia y hermandad que se vive entre los asistentes es pura, sincera y genera memorias que quedan grabadas en el corazón.

Llegar a Canastota no es fácil, pero aquí se encuentran aficionados que viajan de todo el orbe, fans de hueso colorado que se dan cita para rendir tributo a quienes fueron grandes en el ring. La esperanza de lograr una foto, un autógrafo, estrechar su mano o simplemente estar cerca de las leyendas.

La vida de cada boxeador es en sí un guion para película de Hollywood y esta generación 2025 tiene en particular unos casos que confirman lo antes mencionado.

Manny Pacquiao es la máxima celebridad de esta generación y su discurso lo dijo todo: “De ser un niño de la calle, que comía de los basureros a estar en este salón lujoso en compañía de tantas glorias del boxeo, la prensa mundial y los mejores aficionados del mundo, solamente puedo mirar hacia arriba y agradecer a Dios”.

Vinnie Paz, un gladiador de Nueva Inglaterra que llevaba varios años en la lista esperando angustiosamente algún día recibir la llamada. El demonio de Tazmania fue un aguerrido campeón quien, después de una pelea, sufrió un terrible accidente automovilístico; un camión lo embistió en una carretera, los doctores le decían que tenía pocas probabilidades de volver a caminar y él los miró fijamente y aseveró que no solo iba a volver a caminar, aseguró que volvería a boxear y un par de años más tarde volvió a ser campeón mundial.

La mexicana Jessica “Kika” Chávez dio un hermoso discurso del corazón, llevó a la multitud a las lágrimas al aseverar cómo el sacrificio de sus padres y la motivación de su pequeña hija Alondra la tenían hoy entrando a un lugar jamás imaginado.

 

La primera ocasión que asistí fue en 1995 cuando Don King entró al Salón de la Fama junto con mi ídolo Sugar Ray Leonard. Don voló a decenas de sus campeones para rodearlo de cariño y apoyo en esa ocasión; Muhammad Ali, Holmes, Norton, Durán, Ricardo López y una interminable lista de leyendas del ring estuvieron presentes.

Entrar al Salón de la Fama fue uno de los días más felices de mi papá, José Sulaimán. El ser presidente del Consejo Mundial de Boxeo no es una actividad popular entre los aficionados y los medios de comunicación; la crítica y presiones son lo de todos los días y es difícil que se reconozca lo mucho que se hace por el boxeo y el boxeador, pues lógicamente la actividad arriba del ring es lo que se aprecia y lo que importa en general.

Viví íntimamente ese proceso con Don José, viajamos con él familia, sus más íntimos colaboradores como Don Víctor Cota, Poncho Díaz, Federico Enríquez y Eduardo Lamazón, algunos amigos de los medios como José Luis Camarillo, Antonio Elizárraras, Sergio Mejía y su máxima inspiración en el boxeo Raúl “Ratón” Macías.

Al momento de su discurso, así como era él, se dedicó a mencionar a todos los demás, a contar anécdotas y recuerdos y a agradecer a sus hijos, los campeones. Inclusive, queda el recuerdo de ser el discurso más largo. ¡En esa ocasión fueron entronizados Roberto “Manos de Piedra” Durán, Pernell Whitaker, Ricardo López y Amílcar Brusa!

Una de las generaciones más increíbles fue aquella del 2011, cuando Mike Tyson, Julio César Chávez, Kostya Tszyu y Sylvester Stallone compartieron los honores. ¡Qué locura! Grandioso recuerdo para la eternidad.

Todo ser humano trabaja día tras día para trascender en cual sea su actividad y es el sueño de todos algún día ser reconocido. El entrar al Salón de la Fama es la culminación máxima de una vida llena de sueños, sacrificios, dedicación y trabajo. Es el momento de convertirse en inmortal, intocable legado para generaciones del futuro.

¿Sabías que… México está representado en Canastota con 27 grandes del boxeo?

Marco Antonio Barrera, Miguel Canto, Julio César Chávez, Pipino Cuevas, Oscar de la Hoya, Humberto González, Ricardo López, Erik Morales, José Nápoles, Rubén Olivares, Carlos Palomino, Lupe Pintor, Ultiminio Ramos, Vicente Saldívar, Salvador Sánchez, Daniel Zaragoza, Carlos Zárate, Juan Manuel Márquez, Rafael Márquez y Baby Arizmendi.

Campeonas: Laura Serrano, Ana María Torres, Yessica Chávez.

Ignacio Beristáin, Arturo Hernández, Rafael Mendoza y José Sulaimán.

Anécdota de hoy…. Volamos de la Ciudad de México a Atlanta y de ahí a Syracuse, donde nos hospedamos. Alfonso Díaz, nuestro hermano del alma, estaba encargado de acompañar al Ratón Macías, quien ya sufría efectos de demencia. La maleta del Ratón no llegó y la mañana siguiente se presentó a desayunar con una ropa grandísima. Mi papá le preguntó acerca de su atuendo y el ratoncito respondió: “Pepe, mira nada más esta ropa tan horrible que me dejaron en mi cuarto, pues me la tuve que poner”. El pobre Poncho tuvo que aceptar el comentario del Ratón ante las carcajadas de Don José… Minutos más tarde llega el fotógrafo del Esto, José Jesús Téllez, y muy emocionado le dice al Sr. Camarillo y al grupo que estábamos listos para salir: “Muchachos, ya listos para irnos a Sombrerote”. ¡Imagínense las risas! Canastota, ¡no Sombrerote! … dijo Don José.