La medicina genética y las nuevas terapias para revertir el envejecimiento prometen acabar con enfermedades tan letales como las cardiopatÃas, el cáncer o el alzhéimer. Pero también tienen su lado oscuro. Su desarrollo sin control puede hacer que la desigualdad entre los más ricos y el resto de la sociedad se dispare a niveles que no hemos visto desde el medievo. El atractivo de las terapias genéticas y antienvejecimiento es indudable. Pero también plantean lÃneas rojas éticas que ni cientÃficos ni polÃticos se atreven a cruzar. Sobre todo en lo que se refiere a la modificación genética de embriones, una tecnologÃa que según algunos expertos se podrÃa desarrollar hasta el punto de crear superhumanos a la carta que sean más inteligentes, fuertes, sanos y longevos que todos nosotros.
Sin embargo, esa lÃnea roja la empezó a cruzar el cientÃfico chino He Jiankui en 2019, que horrorizó al mundo al revelar el nacimiento de dos niñas, Lulu y Nana, que según el investigador ahora serÃan inmunes al virus del sida gracias a la modificación genética de los embriones en su laboratorio. He acaba de salir de la cárcel después de cumplir una condena de tres años por haber realizado este experimento y por ahora no ha revelado el estado de salud de Lulu y Nana ni qué pasó con el otro bebé modificado genéticamente que, según dijo, estaba a punto de nacer. Las autoridades chinas tampoco han dicho nada, alegando que quieren mantener el anonimato de las niñas.
Esa modificación que se hizo en sus genes pasará a sus hijos y a los hijos de sus hijos, si es que llegan a sobrevivir y a hacerse mayores sin problemas graves de salud. Y ese es el gran problema de esta tecnologÃa, a dÃa de hoy, las terapias no son lo suficientemente seguras para su implantación en humanos y no se conocen los efectos que esto puede tener en el largo plazo. Además, desconocemos los efectos que tiene eliminar un solo gen en el resto del cuerpo o lo que pasará después de recibir un tratamiento para retrasar el reloj biológico.
Pero eso puede cambiar en el futuro. Grandes corporaciones como Alphabet (dueña de Google) o millonarios como Jeff Bezos y Peter Thiel ya están invirtiendo miles de millones en hacerlas realidad. No sabemos qué pasará cuando esas terapias estén en el mercado. Tampoco sabemos si llegarán a toda la población o solo a unos pocos que tengan dinero para pagarlas, perpetuando a sus superbebés en el poder y aumentando la brecha de la desigualdad hasta llevarnos al colapso social y económico. Pero sà sabemos, porque nos lo han dicho los expertos, que es un escenario que puede suceder y que aún estamos a tiempo de evitarlo. Lo contamos en el nuevo episodio de Control Z: la aristocracia genética.