Una nueva técnica de escaneado cerebral pretende que, con revisiones rutinarias, se detecte el Párkinson al comienzo de la enfermedad, informó la Universidad Hebrea de Jerusalén.
A nivel mundial, al menos 10 millones de personas viven con la enfermedad de Párkinson, mientras que en México existen alrededor de 300 mil pacientes con párkinson, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Varias empresas farmacéuticas están a la espera de la aprobación de medicamentos para tratar el Párkinson, sin embargo, dice el equipo del profesor Aviv Mezer de la Universidad Hebrea, si los médicos pudieran identificar de modo temprano que la enfermedad comienza a actuar eso mejoraría el pronóstico de los enfermos de forma sustancial y también la acción medicamentosa.
Hoy en día se utilizan resonancias magnéticas para visualizar la estructura cerebral y estas, a decir de Mezer, no son lo suficientemente sensibles como para indicar el comienzo del Párkinson, que se suele diagnosticar a través de pruebas clínicas basadas en los síntomas de los pacientes y no en cambios estructurales del cerebro.
También existe otro método que indica el estado del cerebro, pero caro e invasivo que exige la inyección de una sustancia radioactiva, por lo tanto, es poco utilizado.
Intervención temprana del Párkinson
El equipo de Mezer informó esta semana haber desarrollado con éxito un método de diagnóstico objetivo que se basa en mediciones de la degradación del órgano. De este modo proporciona una respuesta inequívoca de sí o no frente a la presencia de la enfermedad.
Conscientes de lo acuciante de la dolencia que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que padecen unos 10 millones de seres humanos pero que, en realidad, suponen que hay otros varios miles de casos que pasan desapercibidos por diversas razones, están desarrollando una herramienta para que empiece a ser usada en clínicas en de tres a cinco años.
Los científicos prefieren medidores objetivos como éste, en lugar de basarse en valoraciones de los síntomas por parte de los médicos, y ello podría favorecer en gran medida el diagnóstico”, indicó Mezer.
Los efectos más visibles del Párkinson son los temblores y el encorvamiento, pero estos pacientes sufren también de pérdidas motoras que afectan a su visión, vejiga y sueño, en ocasiones también pierden la memoria y pueden sufrir demencia.
El proceso investigador comenzó cuando el equipo buscó un método para usar las imágenes de las resonancias para detectar el deterioro en su estado inicial y finalmente lo lograron aplicando un nuevo método de análisis desarrollado por el doctorando de Mezer, Elior Drori.
El método es más sensible que las resonancias magnéticas normales porque toma diversas imágenes de resonancias usando diferentes energías de estimulación, algo así como tomando la misma fotografía con diferentes colores en la iluminación. Este análisis cualitativo reveló los cambios en la estructura del tejido de las diferentes áreas del cuerpo estriado. Este tipo de sensibilidad estructural en la medición solo había sido posible en laboratorios en los que se examinan las células cerebrales de pacientes post mortem.
El estudio fue publicado en la revista revisada por pares Science Advances.
“Cuando no se tienen medidores, no sabes qué estructura cerebral es normal y qué no lo es, y qué está cambiando a medida que progresa la enfermedad”, explicó Mezer.
La nueva información facilitará un diagnóstico temprano y también marcadores para monitorizar la eficacia de terapias con medicamentos.
El escáner usado por el equipo fue una resonancia magnética usada de modo cuantitativo mostró claros cambios en la microestructura de una región del cerebro frontal que es crítica para la función motora, el cuerpo estriado.
Varios estudios demuestran que el cuerpo estriado se deteriora a medida que progresa el Párkinson. Esa región cerebral permite el control muscular y se cree que es la misma que lo impide con la enfermedad.
Hasta ahora no habíamos tenido una resonancia magnética cuantitativa que mostrase el deterioro del cuerpo estriado para indicar la presencia del Párkinson o un modo de verlo. Nuestra investigación nos ha proporcionado ambas”, concluyó Mezer.