En un comunicado oficial emitido por Stanley Pierre-Louis, presidente y CEO de la ESA (Entertainment Software Association), se ha confirmado la noticia que muchos temían pero que pocos querían aceptar: el Electronic Entertainment Expo, conocido mundialmente como el E3, cierra sus puertas de manera definitiva.
Esta decisión pone fin a más de dos décadas de un evento que ha sido el escaparate central para la industria del videojuego, tanto en Estados Unidos como a nivel global.
La confirmación de este cierre llega unas semanas después de la sorpresiva cancelación de la edición de 2023, que estaba programada para llevarse a cabo del 13 al 16 de junio en Las Vegas. Esta edición, que se anticipaba como el retorno a la presencialidad después de dos años de eventos virtuales debido a la pandemia, quedó marcada por la ausencia de gigantes de la industria como Microsoft, Nintendo y Ubisoft.
Estas empresas anunciaron su decisión de no participar poco después de que se oficializara el evento, llevando a la cancelación del E3 el 30 de marzo de 2023.
Sin embargo, la decadencia del E3 no es un fenómeno reciente. El declive comenzó a vislumbrarse cuando Nintendo introdujo sus eventos “Direct” en 2011. Estos eventos grabados presentaban novedades sin requerir la presencia de un público o la asistencia de la prensa de manera presencial.
Aunque inicialmente fue visto como algo casi herético, este formato se reveló como visionario. Reflejaba las tendencias emergentes: los eventos presenciales se volvían cada vez más costosos para los medios, que enfrentaban una audiencia en declive, y para las compañías, que lidiaban con ventas decrecientes. La era de internet facilitaba nuevas formas de comunicación.
El año crucial fue 2018, cuando Sony anunció su retiro del E3, siguiendo los pasos de Nintendo. Esta decisión fue seguida por un número significativo de empresas. Además, personalidades destacadas en la industria, como Geoff Keighley, quien había colaborado con la ESA en el pasado, comenzaron a organizar eventos paralelos. Keighley, a través de los Game Awards y el Summer Game Fest, se ha consolidado como el sucesor oficioso del E3, llevando consigo tanto lo positivo como lo negativo de este icónico evento.
Es innegable que el E3 ha tenido un papel fundamental en la industria del videojuego. Durante más de dos décadas, ha sido la vitrina donde se han presentado las mayores novedades, donde las compañías han competido por captar la atención del público y la prensa especializada. Sin embargo, los cambios en la forma en que se consumen los contenidos y en cómo se generan las expectativas del público han llevado a un replanteamiento de la relevancia y sostenibilidad de eventos como el E3.
El ascenso de los eventos digitales, las transmisiones en vivo y los formatos más flexibles han demostrado ser más efectivos y eficientes para llegar a la audiencia global. La capacidad de las compañías para llegar directamente a sus seguidores, sin la necesidad de pasar por intermediarios, ha cambiado el panorama de los anuncios en la industria del videojuego.
La cancelación del E3 es, sin duda, el cierre de un capítulo significativo en la historia de los videojuegos. Sin embargo, la evolución constante de la industria y la forma en que los jugadores consumen información hacen que este cierre no sea tanto el fin de una era como el paso hacia una nueva.
Eventos más especializados, descentralizados y adaptados a las tendencias contemporáneas parecen ser el futuro. La industria del videojuego sigue su marcha, y mientras se despide de una de sus grandes instituciones, también da la bienvenida a nuevas formas de conectarse con los jugadores.