La psicología cuenta con diferentes tipos de propuestas terapéuticas. Una de ellas, de uso extendido, es la terapia cognitivo conductual.

Para los especialistas es fácil diferenciar una de otra. Sin embargo, para quienes consultan, a veces puede resultar extenuante tratar de entender qué les conviene elegir en tan amplio abanico de opciones.

¿En qué consiste la terapia cognitivo conductual?

Cuando hablamos de terapia cognitivo conductual (TCC) nos referimos a un término genérico bajo el cual se incluyen diferentes propuestas terapéuticas orientadas a mejorar la calidad de vida de una persona, a partir de la disminución de las emociones y las conductas disfuncionales, interviniendo sobre sus cogniciones y patrones de pensamiento.

Dicho de otro modo, se influye sobre la manera en que una persona interpreta o piensa sobre la realidad o sobre un asunto determinado, lo que repercute en el modo en que se siente y actúa.

Tomando esto como punto de partida, la terapia cognitivo conductual sostiene que las personas prestan más atención a lo que piensan sobre una situación o el ambiente antes que a la situación o ambiente en sí mismos. Esta construcción se relaciona tanto con factores internos como externos.

El rol de los sesgos cognitivos

En muchos casos, las personas actuamos bajo sesgos cognitivos, que son distorsiones de la información:

Inferencia arbitraria: cuando nos adelantamos a una conclusión, aún en ausencia de evidencia o información suficiente.

Abstracción selectiva: solo reparamos en un detalle de toda una situación.

Generalización: a partir de uno o varios episodios aislados establecemos una conclusión general, que aplicamos de manera indiscriminada, se relacione o no con una situación puntual.

Dramatización: llevar una situación a un extremo negativo.

Así, la TCC busca identificar de manera pormenorizada cuáles son aquellos lentes con los cuales leemos y calibramos la realidad para descomponerlos, discutir sus bases y proponer alternativas más funcionales y saludables para la persona.

A diferencia de otras corrientes, la terapia cognitivo conductual se interesa por el aquí y el ahora. Su foco no es indagar en el pasado con persistencia, salvo que allí encuentre información útil.

Tampoco se interesa por los elementos del inconsciente, sino más bien por todo el flujo de pensamientos, emociones y actitudes que experimentan los consultantes.

Tipos de terapia cognitivo conductual

Tal como mencionamos, estas terapias cuentan con diferentes propuestas, que implican algunas variaciones en sus métodos o su abordaje. Algunas de las más conocidas son las siguientes:

Terapia racional emotiva.

Terapia dialéctica conductual (DBT, por sus siglas en inglés).

Entrenamiento en autoinstrucciones.

Terapia cognitiva basada en la atención plena.

¿Cuándo se recomienda la terapia cognitivo conductual?

La terapia cognitivo conductual se emplea en numerosos casos. Entre las principales indicaciones encontramos las siguientes:

Depresión.
Adicciones.
Trastornos de ansiedad.
Diferentes tipos de fobia.
Trastornos del sueño.
Trastornos sexuales.
Trastornos obsesivos compulsivos.
También se aplica para casos individuales y para parejas.

Sin embargo, es importante destacar que no es necesario tener un trastorno o un problema grave o complejo para poder iniciar una terapia cognitivo conductual. Dado que aborda un triple frente, como lo son los pensamientos, las emociones y las conductas, también puede ayudarnos a encontrar recursos para situaciones estresantes y para mejorar el manejo de nuestras emociones.

Se sirve de numerosas técnicas de sencilla aplicación y resulta muy útil para que los pacientes pueden adquirir recursos para poner en práctica fuera de sesión. Emplea técnicas cognitivas, es decir, orientadas al trabajo con pensamientos, creencias y cogniciones.

Por ejemplo, mediante el autodiálogo, con el objetivo de cuestionar los propios pensamientos y discutir con ellos, en lugar de aceptarlos acríticamente. A su vez, se vale de técnicas conductuales orientadas a intervenir sobre la conducta. El modelado es una de las técnicas conductuales más conocidas; consiste en enseñarle al paciente a hacer algo, mostrándole cómo se hace.

La importancia de informar(se) sobre el tipo de terapia

A modo de síntesis, podemos decir que los principales postulados de la TCC son los siguientes:

Concede un papel activo y protagónico al paciente, invitándolo a ser más consciente de sus pensamientos, del modo en que se siente y cómo actúa.

Tiene una visión optimista sobre el cambio, dado que considera que la gran mayoría de las experiencias tienen que ver con el aprendizaje. Por lo tanto, se puede aprender y desaprender.

Es un tipo de terapia más bien breve, de alrededor de 20 sesiones. Luego, puede continuarse con sesiones de seguimiento.

Es muy importante destacar la importancia de buscar información sobre los tipos de terapia que existen antes de empezar una. Aquí el compromiso es también de los profesionales, que deben explicar de manera sencilla qué tipo de terapia realizan, cuáles son sus beneficios y cómo se trabaja.

De esta manera, el paciente podrá ejercer su derecho a decidir qué cree más conveniente para sí mismo. Además, se mejora la adherencia al tratamiento.

A su vez, quien consulta debe buscar información antes y ser capaz de hacer las preguntas necesarias, sacándose las dudas al respecto. La terapia psicológica será su espacio para pensarse a sí mismo y comprender cómo hacer un buen uso de ella es provechoso.