El hijo que ayuda a sus padres sabe que tiene mucho por retribuir, desde el amor hasta los cuidados y las atenciones. No hay dudas de que cuando los hijos llegan a la adultez, hacen consciencia sobre cómo pasaron los años para esas personas jóvenes que los criaron. El rostro rejuvenecido quizás comenzó a arrugarse y el cuerpo fuerte que los cargaba de niños, probablemente ya no tiene la misma agilidad y resistencia.

Todo cambia cuando papá y mamá crecen. Nosotros crecemos con ellos, pero la diferencia entre cada una de las partes se vuelve abismal. Es ahí cuando llega el momento de devolver todo el apoyo, la compañía, la paciencia y el cariño que ellos brindaron.

Y es que no hay un regalo más bonito para un padre que recibir todo lo que ellos entregaron de sí mismos cuando eran jóvenes y nos trajeron al mundo. Sin lugar a dudas, el hijo que ayuda a sus padres es una persona consciente del valor de los actos. ¡Honremos a mamá y papá!

El hijo que ayuda con amor y paciencia
El tiempo vuela y así como los niños crecen, los padres envejecen. Este es un ciclo de la vida inevitable que todos debemos aceptar. Los padres cumplen un rol de compañeros, guías, maestros y amigos. Son los primeros en entrar a nuestra vida y ese acto de amor no tiene comparación.

Por eso, cuidar a papá y a mamá es lo mínimo que podemos hacer cuando crecemos. De algún modo, parte de los roles parecen invertirse y los hijos se convierten en esas personas importantes para guiarlos y acompañarlos por el resto de su vida.

Con mucho amor, empatía y paciencia, un hijo puede atender las necesidades y comprender los malestares que un padre sufre para tratar de aliviarlos o hacerlos más llevaderos. A veces, con tan solo una llamada o con ir de visita en un momento del día, es suficiente para recordarles que no están solos.