Los dolores en la espalda baja son una causa común de consulta médica a nivel mundial. Los orígenes de la lumbalgia son muy variados y van desde afecciones en los órganos internos hasta problemas en los huesos y las articulaciones. A continuación te contamos todo lo que debes saber de la sacroilitis.
Cuando hablamos de sacroilitis nos referimos a la inflamación de la articulación sacroiliaca. Existen dos articulaciones de este tipo y se ubican en la parte más baja de la espalda.
Las mismas se encargan de unir a cada lado el hueso sacro de la columna con los huesos iliacos de la pelvis. Su función es compensar la presión de las piernas durante el movimiento y la carga del cuerpo al estar de pie.
Este proceso inflamatorio no solo compromete las estructuras ubicadas en la articulación, sino que además afecta a los ligamentos, los músculos y los nervios que están alrededor. Las causas son múltiples y se asocian a una sobrecarga excesiva de la articulación.
Síntomas de la sacroilitis
En la actualidad, estudios estiman una prevalencia de sacroilitis que va desde un 23 % hasta 63%, siendo más frecuente en adultos mayores. En general, afecta una de las articulaciones sacroiliacas, con molestias del lado derecho en el 45 % de los casos y del lado izquierdo en el 35 %.
La sacroilitis suele presentarse como un dolor continuo, localizado y persistente en la espalda baja. El mismo puede extenderse a los glúteos, la ingle y a la parte posterior de una o ambas piernas, sin alcanzar las rodillas. Se describe como opresivo, sordo y quemante.
De igual forma, esta molestia suele intensificarse al estar de pie por largo periodo de tiempo, subir escaleras, correr y caminar sobre superficies irregulares. Disminuye al sentarse, no obstante, en casos avanzados el dolor aparece incluso en reposo.
Las molestias se presentan en las primeras horas de la mañana, acompañadas de tensión lumbar y rigidez de la articulación. Por lo general, la rigidez matutina en la sacroilitis diminuye a lo largo del día con el movimiento.
Causas
La sobrecarga física y las fuerzas repetitivas de compresión y tracción sobre al aparato articular son las principales causas de sacroilitis, según estudios científicos. El compromiso ligamentario, óseo y cartilaginoso promueve la liberación de sustancias químicas que estimulan a los receptores de dolor.
Dentro de las causas más comunes encontramos las siguientes:
Osteoartritis.
Traumatismos repetitivos.
Espondilitis anquilosante.
Dismetría entre las piernas.
Infecciones articulares.
Deformidad del hueso sacro.
Caídas y accidentes automovilísticos.
Debilidad de músculos abdominales y glúteos.
Por otro lado, durante el embarazo se producen cambios en el cuerpo de la mujer que pueden originar sacroilitis. Esto es resultado de la relajación de los ligamentos que estabilizan la articulación, sumado al aumento de peso y la alteración de la marcha.
Factores de riesgo
La inflamación sacroiliaca es más común en hombres de edad avanzada. De igual forma, las siguientes condiciones aumentan el riesgo:
Mala postura.
Sobrepeso u obesidad.
Cargar objetos pesados.
Fracturas y luxaciones previas.
Alteraciones de la alineación de la columna, como la hiperlordosis y la escoliosis.
¿Cómo se diagnostica?
En la mayoría de los casos, el diagnóstico se realiza mediante la valoración clínica por un profesional de salud. El médico consultará el inicio de los síntomas, la forma de presentación y las situaciones que desencadenan el dolor. Durante el examen físico se inspeccionará y palpará la espalda baja.
Es habitual que el especialista valore la fuerza muscular y la movilidad de la columna lumbar y sacra. Además, puede aplicar diferentes pruebas, como el test de Gaenslen y Patrick.
Por otro lado, es posible que se indique la realización de estudios adicionales y pruebas de imagen para confirmar el diagnóstico. La radiografía y la resonancia magnética de pelvis y columna suelen arrojar datos de interés sobre el compromiso articular. De igual forma, la inyección de anestésicos con respuesta positiva permite identificar el origen.
Tratamiento de la sacroilitis
El plan terapéutico de la sacroilitis depende de la causa subyacente y de la gravedad de los síntomas. En casos leves, el médico suele indicar el uso de analgésicos, relajantes musculares y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). Además, la ortesis en cinturón permite sustentar la alineación pélvica y estabilizar la articulación.
La fisioterapia juega un papel fundamental en el manejo de la sacroilitis. La misma ofrece ejercicios de movimiento y elongación que fortalecen, estabilizan y mejoran la flexibilidad.
Otras recomendaciones incluyen el descanso relativo, evitando esfuerzos excesivos, y la aplicación de terapia alternante con calor y frío.
Si las molestias persisten, se pueden realizar inyecciones intraarticulares con corticosteroides para aliviar el dolor y reducir la inflamación. En casos graves es necesaria la corrección quirúrgica mediante los siguientes procedimientos:
Artrodesis: se une permanente la articulación sacroiliaca con varillas de titanio.
Denervación por radiofrecuencia: se eliminan las vías nerviosas que transmiten el dolor.
Implantación de estimulador eléctrico: se fija un dispositivo en el sacro que reduce la transmisión del dolor.
¿Es posible prevenir la sacroilitis?
La sacroilitis es una afección dolorosa bastante común en personas de edad avanzada. En general, se puede frenar la aparición de esta condición y reducir el riesgo de desarrollarla con algunos cambios en nuestro estilo de vida:
Mantener un peso saludable.
Evitar el sedentarismo.
Realizar ejercicios de estiramiento y bajo impacto articular.
De igual manera, es recomendable acudir a consulta con un especialista en reumatología ante la sospecha de una sacroilitis. Los médicos son los únicos capacitados para atender esta enfermedad y brindar la mejor guía.