Una de las tendencias más conocidas hoy en día es el minimalismo. Se trata de un estilo que opta por líneas simples y colores neutros. Utiliza solamente los elementos imprescindibles para decorar un espacio en concreto.

En suma, evita los excesos de todo tipo, puesto que busca acercarse a la pureza de las cosas. Debido a ello, el opuesto del minimalismo se puede deducir fácilmente.

El kitsch, desde el punto de vista decorativo, da rienda suelta a la libertad. Razón por la cual hay un claro predominio de las formas, las figuras, las texturas, los colores y, en general, la exageración. De hecho, no teme rescatar elementos del arte barroco e incorporarlos, de manera desordenada, a un estilo que reúna rasgos de distintas épocas del siglo XX.

El kitsch, la otra cara de la moneda

A diferencia del minimalismo, el kitsch busca decorar con la siguiente máxima: ‘Mientras más recargamiento mejor’. Busca llegar a su expresión más libre a través de la acumulación y la poca o nula planificación.

Asimismo, se busca con esta tendencia que los espacios sean lo más interesantes posible. A continuación, te presentamos los principales rasgos de esta tendencia tan opuesta al minimalismo.

Características

Combinación de diversos estampados a la vez (por lo general, más de dos). Por ejemplo: un diseño de rayas con uno floral, en conjunto con un diseño moteado.

Predominio de los colores primarios en su tono más brillante. También usa otros como: rosa chicle, verde manzana, azul turquesa y violeta.

Se colocan todo tipo de accesorios, sin utilidad alguna, en todos los lugares. ¡Todo vale! La idea es no dejar ningún espacio vacío para dar la sensación de abundancia. Asimismo, cabe destacar que lo sencillo se debe enriquecer siempre.

Los juguetes se consideran accesorios. Así que es hora de sacar a tu niño interior y decorar las estanterías con tus juguetes. En este sentido, la decoración es tan divertida como cualquier juego.

El patchwork es completamente bienvenido en elementos como: sofás, sillerías, cojines, cortinas y manteles.

Se incorporan objetos religiosos para marcar aún más la extravagancia.

Tanto las piezas creadas por cuenta propia como las piezas retro o ‘vintage’ son bienvenidas.

La colecciones de todo tipo favorecen mucho las estanterías y muebles de exposición, así que siempre es una buena idea aprovecharlas.

Del minimalismo al kitsch: claves para acertar de lleno

Si hemos tenido una decoración sobria y simple y queremos hacer la transición del minimalismo hacia el estilo kitsch, es importante tener en cuenta una sola cosa: no hace falta desechar nada, sino adaptarlo. Podemos incorporar piezas de color arriesgadas y buscar diseños y texturas variadas.

Una manera muy fácil de lograr el estilo a la primera, es colocar papel tapiz en las paredes con algún patrón extravagante que aporte color y presencia al ambiente. Ojo, no es necesario colocarlo de manera ordenada.

Por ejemplo: en un pared se puede colocar de arriba a abajo, sin interrupción alguna. Mientras que en las paredes laterales de la habitación se puede colocar solo hasta la mitad y de allí hacia arriba, se pinta de algún color.

Cabe destacar que los elementos metálicos no suelen ser una parte propia de este tipo de decoración. Así que para darles más personalidad, recurre a la pintura en spray de colores llamativos y ¡manos a la obra!

Recordemos que en el estilo kitsch hay que ser originales y atrevidos para hacer que cada espacio tenga mucha personalidad.

¿Se pueden dejar las paredes en blanco?

Sí, por supuesto. Esta opción hará que resalten mucho más los accesorios que coloquemos alrededor de la habitación. Eso sí, hay que procurar que dichos accesorios sean realmente curiosos.

El cine a veces nos brinda referencias visuales de este estilo de una manera muy acertada, por ejemplo, en la película Me before you (Antes de ti) la protagonista tiene su habitación decorada de lo más kitsch.

¡El suelo también se decora! Y mucho. Así que podemos atrevernos a incorporar varias alfombras, hechas de distintos materiales sintéticos, y patrones. Por ejemplo, una habitación puede tener una alfombra grande de persa, otra peluda (de microfibra) y otra más pequeña, de estampado animal.

En suma, para conseguir una decoración kitsch, hay que arriesgarse. Por supuesto, al principio siempre cuesta un poco, pero el resultado valdrá la pena.

Lo mejor es que, al pasar del minimalismo a una faceta más desenfadada y divertida, no hará ninguna falta tener un esquema ni un plan de acción determinado. Al contrario, mientras más espontáneo ¡mejor!