La libertad alimentaria se define como un estado en el que no es necesario seguir una dieta como tal para encontrarse en un buen momento en cuanto a salud. Para alcanzar dicho escenario, hay que promocionar una serie de buenos hábitos a lo largo de la vida, además de aprender de autoconocimiento.
Y es que hablamos de un enfoque que se puede utilizar para abordar algunos trastornos alimentarios, ya que genera una buena adherencia. Y si bien su objetivo no es la pérdida de peso, puede contribuir a la disminución de masa grasa.
La clave de todo es mantener una autorregulación en el medio interno para mejorar las sensaciones y lograr un óptimo estado de bienestar. Así pues, es necesario alejar el concepto clásico de dieta, que puede llegar a provocar ansiedad.
Libertad alimentaria sin sentimiento de culpa
El problema de algunas dietas —sobre todo de las más estrictas— es que provocan un sentimiento de culpa fuerte cuando se rompen, aunque sean solo por un día. En consecuencia, se incrementan los niveles de estrés, lo que puede dar lugar a trastornos de alimentación en los casos más extremos.
Sea como sea, plantear hábitos menos estrictos favorecerá a muchas personas, en especial cuando no existen objetivos en el marco del deporte de élite. Sin embargo, en primer lugar hay que manejar el binomio «apetito-saciedad» de manera correcta.
En muchas personas funciona bien, pero hay diferentes factores que pueden modificarlo o afectar su eficiencia. Uno de los puntos clave tiene que ver con el incremento de la fibra en las elaboraciones. Hablamos de una sustancia que ha demostrado aumentar la saciedad y mejorar la salud digestiva.
Al final, el objetivo básico es lograr una relación sana con la comida, para lo que es preciso escucharse de manera frecuente. Hay que desligarse emocionalmente de los alimentos; al menos de forma parcial. No se debe comer un producto solo porque sea muy sabroso, sino porque cumple una función importante dentro del organismo.
Dicho esto, se trata de hacer ingestas solo cuando exista apetito, decantándose por los alimentos que el cuerpo prefiera en cada momento. Será importante priorizar los productos frescos y restar importancia al número de comidas que se hacen a lo largo del día, adaptándolo a los horarios de cada uno o a las apetencias del momento.
La necesidad de satisfacer los requerimientos nutricionales
Aunque la libertad alimentaria tiene siempre un toque filosófico y de estilo de vida, no debemos olvidar que al organismo le hacen falta ciertos nutrientes en cantidades adecuadas para funcionar de forma óptima. De lo contrario, el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas se incrementa.
Por este motivo, la base de cualquier método de alimentación ha de ser siempre la ingesta de alimentos frescos. Estos se destacan por concentrar en su interior una buena cantidad de vitaminas, minerales y elementos con capacidad antioxidante.
En este último grupo cobran relevancia los fitoquímicos presentes en los productos de origen vegetal. Son capaces de neutralizar la formación de los radicales libres, lo que se asocia con menos enfermedades, como lo evidencia un estudio publicado en Infectious Disorders Drug Targets.
Por otra parte, la predominancia de este tipo de ingredientes en la dieta ayudará a que sea más fácil controlar el binomio de apetito y saciedad, comentado anteriormente. A su vez, evitará la ingesta excesiva de aditivos artificiales que, de acuerdo a las evidencias, inciden en alteraciones que comprometen la salud.
La mayoría de aditivos se consideran seguros. Sin embargo, variedades como los nitritos —presentes en las carnes procesadas— están vinculados a enfermedades inflamatorias y mayor riesgo de cáncer.
La hidratación también importa
Dentro del concepto de libertad alimentaria no hay que dejar de lado la hidratación. La mayoría de los líquidos están permitidos, pero hay que limitar aquellos azucarados o con altos contenidos de sustancias estimulantes.
Lo ideal es priorizar el consumo de agua mineral para compensar de forma parcial las pérdidas que se generan a través del sudor y de la orina. Además, conviene asegurar un aporte adecuado de electrolitos para evitar estados de deshidratación.
La libertad alimentaria, un concepto novedoso de dieta flexible
Como ves, la libertad alimentaria es un tipo de dieta flexible que prioriza ciertos aspectos a nivel psicológico, como la necesidad de evitar la sensación de culpa. Como no existe un plan cerrado no hay de qué arrepentirse si en algún momento se consumen alimentos no tan saludables.
Gracias a este modo de enfocar la pauta nutricional, se podría evitar el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria en personas con predisposición a padecerlos. Aun así, no hay que ignorar que el bienestar depende de la implementación de un conjunto de buenos hábitos sostenidos en el tiempo.
Está claro que modular los niveles de estrés será determinante, así como garantizar una nutrición óptima. Pero no es lo único. No se deben descuidar rutinas importantes como la exposición frecuente a la luz solar para conseguir una síntesis óptima de vitamina D.