Muchos dicen que esta salsa fue creada en 1835 durante la ocupación inglesa a la India durante el mandato de Lord Sandys, quien extrañaba su hogar y pidió que recrearan su salsa india favorita. La mezcla no les gustó y la dejaron olvidada hasta que un par de años más tarde se reencontraron con la salsa fermentada y en ese entonces sí les gustó el sabor.
La salsa inglesa está hecha con un 16% de azúcar, también contiene endulzantes como azúcar tradicional y piloncillo. También tiene 1.200 miligramos de sodio, agua, vinagre, puré de manzana, sal yodada, condimentos, saborizantes artificiales, maíz, maltodextrina y glutamato monosódico.
Estos ingredientes en esta combinación son malos para el consumidor ya que pueden causar presión arterial elevada, hipertensión y subidas excesiva de azúcar. Además de que el caramelo que tiene, la maltodextrina y el glutamato están asociados a diferentes tipos de cáncer.
Debido a esto no se recomienda el uso diario de esta salsa, sobre todo si se le piensa dar a los niños o mujeres embarazadas. Por lo que se recomienda sazonar las cosas mejor con ingredientes naturales o con ajo, cebolla y hierbas de olor.