Lucir una piel bronceada, saludable y uniforme es un deseo de muchas personas cuando llegan los meses de verano. Para conseguirlo se suele incurrir en prácticas como la sobreexposición a los rayos UV o las sesiones en camas solares, que se asocian a efectos perjudiciales. Sin embargo, los polvos bronceadores se presentan como una alternativa más segura dentro del campo de la cosmética.
Este producto tiene la capacidad de oscurecer el tono de la dermis. Se aplica en la cara, en los hombros y en el pecho para lograr un efecto de bronceado. Si se aplica de manera sutil, el acabado es muy natural. ¿Cómo se utiliza? ¿Cuáles son los errores más comunes durante su aplicación? En este espacio lo detallamos.
¿Qué son los polvos bronceadores?
Los polvos bronceadores son productos cosméticos destinados a imitar el bronceado natural de la piel. Por lo tanto, se suelen utilizar durante los meses de verano, cuando la exposiciLos pón al sol es más frecuente, así como el deseo de exhibir una dermis bronceada. Aun así, es un producto que puede aplicarse en todo momento del año.
El uso de cremas y polvos bronceadores ha ido cambiando con el tiempo. En la actualidad, se apuesta por aplicaciones más sutiles, con el fin de lograr un efecto natural y no un exagerado tono anaranjado.
A su vez, existen técnicas que funcionan para acentuar o reducir ciertos rasgos faciales. Por ejemplo, afinar la nariz, remarcar los pómulos o resaltar el contorno de los labios.
Por lo tanto, este producto tiene un fin estético, especialmente utilizado para lograr ese tono veraniego en el rostro. ¿Lo mejor? Ese objetivo se consigue sin necesidad de emplear métodos agresivos, como la cama solar.
¿Por qué utilizarlos?
Las personas intentan broncear su piel de diferentes maneras. En ocasiones, recaen en una exagerada exposición al sol y evitan los cuidados fundamentales como el uso de protector solar. Otras veces, la solución es acceder a camas bronceadoras, cuestionadas por su impacto negativo en la salud de la piel.
Un estudio publicado en la Revista Costarricense de Salud Pública marca la relación directa que estas máquinas tienen con el cáncer de piel. Además, indica que el riesgo de melanoma aumenta un 75 % si las personas que las utilizan tienen menos de 30 años.
Los polvos bronceadores —por su parte— conllevan un menor riesgo al momento de buscar una piel más oscura. Esto no significa que deba abusarse su aplicación. El componente activo más importante en estos productos suele ser la dihidroxiacetona o «DHA», causante de decolorar la piel hacia un tono más oscuro.
Si bien está considerado como un agente no dañino para la dermis, el exceso puede ocasionar irritación o alergia. Las personas con piel sensible deben estar especialmente atentas a no generar una reacción alérgica con estos productos.
Por otro lado, es común confundir el uso de bronceadores con el de protectores solares. No obstante, los productos para bronceado no cumplen ninguna función como protectores de rayos UV.
Polvos bronceadores: formas de aplicación
Estos polvos tienen su objetivo principal en el rostro, pero se puede descender hacia los hombros y el pecho, ya que son áreas con frecuencia descubiertas. De esta manera, es posible lucir un bronceado alineado en toda la parte superior del cuerpo.
Hay muchas formas de aplicarlos; en principio, con una regla general que otorga un bronceado básico. Sin embargo, con su colocación en ciertos puntos estratégicos, es posible acentuar o reducir algunos rasgos de la cara.
Tipos de brochas
Lo primero que hay que tener en cuenta es que se necesita una brocha de tamaño grande para aplicar el polvo y distribuirlo de manera uniforme. Se recomienda utilizar una brocha con forma cónica y suficiente esponjosidad para favorecer la aplicación.
Es importante no exagerar con la cantidad del producto, ya que siempre es más sencillo corregir los faltantes colocando un poco más.
Elegir el tono correcto
En el mercado existen numerosas opciones para todo tipo de pieles. En general, hay que considerar que el objetivo del producto es generar la sensación de un bronceado natural y no de un brillo artificial. Siguiendo tal premisa, se recomienda adquirir un tono dos veces más oscuro que el color de la piel.
Pieles claras. A este tipo de piel le sientan bien los polvos en tonos damasco o dorado.
Pieles oscuras. En este caso, corresponden los polvos marrones.
Pieles cetrinas. Para las pieles amarillentas, se sugiere probar con polvos bronceadores marrones claros y en tono ocre.
Pieles rosadas. La gama de los marrones también favorece a estas pieles, aunque deben ser suaves.
Polvos satinados. Generan un efecto natural y disimulan arrugas.
Polvos en acabados mate. No se deben aplicar en pieles secas, ya que incrementan el efecto.
Pasos básicos para aplicar los polvos bronceadores
La distribución correcta de este producto se consigue formando una especie de número «3» en el rostro. Se debe comenzar por un punto lateral de la frente, por encima de la sien y cerca del cuero cabelludo. Luego, hay que ir descendiendo hasta el pómulo, formando una curva. La idea es llegar hasta centímetros de la nariz.
Desde ese punto, hay que volver a descender hacia la mandíbula, de nuevo dibujando una curva. Aquí, es aconsejable untarse un poco más de producto en el dedo. Al finalizar, se habrá conformado el diseño de un «3» imaginario. Aunque es una técnica efectiva para la mayoría de los rostros, encaja mejor en caras alargadas.
Errores comunes al utilizar polvos bronceadores
Existen una serie de prácticas que se deben evitar para lograr ese bronceado natural que se busca al adquirir los polvos bronceadores.
Evitar la aplicación en todo el rostro. Para eso, conviene seguir la técnica del «3», o alguna de sus variantes.
Cuidado con los excesos. Colocar demasiada cantidad puede generar el efecto contrario al deseado, además de crear un brillo muy artificial.
Pieles secas. Para este tipo de dermis, es recomendable evitar los polvos y optar por otros formatos de bronceadores, como las cremas.
Brillo exagerado. Si se incorpora demasiado brillo, las partículas crean un reflejo con los rayos solares que no resulta para nada estético.
Cómo lograr efectos con polvos bronceadores
Además de buscar un bronceado natural, estos polvos tienen la capacidad de producir diferentes efectos en los rasgos faciales. Se trata de remarcar la profundidad en ciertos sectores específicos, con el fin de resaltar u ocultar partes. A continuación, algunos ejemplos:
Para acortar un rostro largo, hay que colocar el producto en la frente y en el mentón.
De la misma forma, es posible resaltar los pómulos colocando el polvo por debajo de la zona del hueso. Si se oscurecen ciertas partes, las demás se resaltan.
Para afinar la nariz, se aplica en lo laterales de la misma.
Si la idea es profundizar la mirada, el cosmético se aplica en la órbita del ojo, como si fueran sombras.
Formas alternativas de aplicar los polvos bronceadores
Más allá de la técnica del «3», otras formas de aplicación permiten generar diferentes efectos. Por ejemplo, para un bronceado fino, el cual pretende un resultado más elegante, se deben colocar los polvos bronceadores en zonas de la cara que resalten. Es decir, en los pómulos, en el mentón y en la nariz.
Por el contrario, un resultado más informal se obtiene con la aplicación general y un producto en tono mate. Como alternativa, es posible usar la técnica «W», que logra una aplicación más uniforme.
Se trata de realizar movimientos formando diminutos ejemplares de esa letra en el rostro, pasando por la frente, los pómulos y el mentón. Luego, con unos ligeros pasajes circulares, se logra un bronceado natural.