Por primera vez en su historia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicará un informe sobre la efectividad de las políticas públicas para reducir el consumo de sal en el mundo. Es un hecho crucial, ya que algo tan simple, como ingerir menos sodio todos los días, puede prolongar la vida y reducir la incidencia de enfermedades.
Según algunos historiadores, nuestros antepasados paleolíticos comían menos de 1 gramo (g) de sodio por día. En la actualidad, el promedio de la humanidad se halla en 4 g por jornada. Claramente, los hábitos de la modernidad han traído un exceso.
La sal fue un método de conservación idóneo ante la inexistencia de las neveras. Fue también una mercancía de valor que fijaba los salarios. Hoy, comprarla es fácil y algo económico. Pero no solo contactamos con ella en su variante de mesa, sino que también hay sodio en los ultraprocesados que se exhiben en las góndolas.
Menos del 10 % de la población mundial ingiere por debajo de 2 g de sodio al día. Esta cifra se encuentra muy lejos del compromiso de la OMS, que se propuso que la mayoría de las personas tengan ese límite de ingesta para luego del año 2025.
¿Por qué es importante reducir el consumo de sal?
La reducción del consumo de sal se fundamenta en el intento por limitar la incorporación de sodio al cuerpo. La sal de mesa que añadimos como condimento se compone de sodio y de cloro. El primero de estos componentes tiene una influencia directa en los valores de presión arterial.
Por lo tanto, los estudios científicos establecen que disminuir el sodio de la dieta previene la hipertensión arterial (HTA). De hecho, los pacientes que viven con HTA tienen la indicación médica de no agregar sal a sus comidas. Esto es parte de su tratamiento.
Los mismos investigadores no han encontrado evidencia suficiente de que reducir la ingesta de sodio disminuya la mortalidad por todas las causas. Aun así, controlar la presión arterial es un método válido para prevenir infartos y accidentes cerebrovasculares.
En este contexto, hay que entender que el punto clave es el sodio, más allá de la sal. Si no agregamos sal de mesa a nuestros platos, pero compramos productos ultraprocesados que refieren un alto porcentaje de sodio en su etiqueta, entonces el efecto final será perjudicial por igual.
Un estudio en Brasil encontró que las personas que consumían más ultraprocesados tenían las siguientes características:
Un consumo de sal total por día por encima de los valores recomendados.
Mayor salida de sodio a través de la orina.
Riesgo cardiovascular elevado.
Mayor tendencia al sobrepeso.
Entonces, reducir el consumo de sal, aunque no alcancemos la recomendación de la OMS, será beneficioso. Ahora te contamos cómo podemos hacerlo con medidas sencillas.
Consejos para reducir el sodio en nuestras compras
A la hora de ir al supermercado o a la tienda, podemos tomar decisiones que nos ayuden a limitar el sodio que estará disponible luego en el hogar. Por ejemplo:
Comprar vegetales frescos y no los que vienen enlatados. En las latas se añade sal para la conservación correcta.
Leer el etiquetado nutricional. En casi todos los países hay obligación de informar el contenido de sodio del producto empaquetado. Además, varios Estados han incorporado las etiquetas negras que identifican a los alimentos con un exceso del mineral.
En los países donde también existe la etiqueta de «saludable» para los alimentos empaquetados, como es el caso de Estados Unidos, preferirlos ante otras opciones es idóneo. Esta etiqueta implica un bajo contenido de sodio.
Las carnes también deberían comprarse frescas, sean del animal que sean. Las conservas y los embutidos, así como los congelados, poseen alta proporción de sal.
No te dejes engañar por publicidades. Aprende a leer las etiquetas y trata de tener una mirada crítica mientras haces la compra en el supermercado.
Con los niños se debe tener un especial cuidado. En Argentina, por ejemplo, relevamientos sobre alimentos de góndola orientados al sector infantil encontraron que el 97 % de los mismos tenían una composición nutricional inadecuada: más de 70 % de azúcares añadidos y más de 27 % del límite recomendado de sodio para la edad.
Consejos para reducir el consumo de sal en casa
Una vez en el hogar y con las compras ya realizadas, es indispensable instaurar medidas simples que nos obliguen a limitar el sodio de la dieta. Para eso, podemos seguir los siguientes consejos:
Condimenta sin sal. Es difícil, sobre todo en ambientes culturales en los que la sal de mesa es omnipresente. Pero se puede optar por especias que la reemplacen y ensalcen el sabor de las preparaciones. Además, ingredientes como el cardamomo, por ejemplo, se asocian a mejoras en el metabolismo y reducción del riesgo cardiovascular.
Aumenta la proporción de frutas y verduras en tus comidas. Esto te llevará a reducir los ultraprocesados y, a su vez, incorporarás más potasio, que resulta un mineral capaz de balancear los efectos del sodio en el cuerpo.
Al preparar pasta, no uses las versiones de comida rápida de las mismas. La forma tradicional, con los fideos secos que se colocan en la olla, es la vía más saludable. Al contrario, las pastas deshidratadas para hacer en microondas o en menos de 3 minutos, contienen grandes cantidades de sal.
Los aderezos tienen mucho sodio. No abuses de las salsas comerciales ni de la mayonesa o la mostaza que se agrega a los sándwiches.
Quita el salero de la mesa. Y quítalo del alcance de la mano en la cocina. Si lo tienes cerca, entonces lo usarás y agregarás a tus preparaciones sin medir los límites.
No todos están de acuerdo con la OMS
El planteo de la OMS de reducir la ingesta de sodio por debajo de 2 g diarios no es aprobado por todos los grupos científicos. Algunos expertos consideran que es un límite difícil de aplicar en las poblaciones mundiales, ya que el ritmo de vida actual es ajeno a este propósito.
Sin embargo, los beneficios son evidentes en el plano cardiaco. Y esto no es algo menor. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) nos recuerda que las muertes cardiovasculares siguen siendo la principal causa de mortalidad en el mundo.
No se trata de hacer grandes cambios, pero sí pequeñas modificaciones que tienen un efecto enorme en nuestro futuro. Reducir el consumo de sal está al alcance de la mano. Empecemos comprando mejor, leamos las etiquetas, saquemos el salero de la mesa y reduzcamos la presión arterial.