La mayoría tendemos a creer que, si no poseemos ciertos productos o bienes materiales, no podremos estar bien o ser felices. De esta forma, nos pasamos la vida intentando obtener aquello que creemos necesitar, sin darnos cuenta que su consecución no nos va a garantizar felicidad o bienestar pleno. En esto radican las necesidades innecesarias; esas carencias impuestas que nada tienen que ver con nuestra realización como personas.
Y es que a esta realidad la podemos observar en nuestra insatisfacción constante. Pues una vez que obtenemos aquello que tanto anhelábamos, surge otra necesidad. Y lo más paradójico de esta situación es que mientras más tenemos, más cosas creemos necesitar, cayendo así en un círculo vicioso.
Es por ello que, a continuación, detallaremos de qué van las necesidades innecesarias y cómo podemos evitar una dependencia hacia ellas.
El origen de las necesidades innecesarias
Conforme avanzan las épocas, los productos y los servicios que tenemos a la mano van en aumento. Por ejemplo, generaciones atrás no existían televisores, teléfonos móviles, lavavajillas, aspiradoras y demás productos tecnológicos que sin duda nos hacen la vida más fácil.
Por lo tanto, a medida que salen más y más cosas al mercado, se van instaurando necesidades que antes ni se pensaban. Ahora bien, no está mal desear el último modelo del iPhone o el limpiapisos automático que acaba de salir a la venta. El error está en convertir esos anhelos en necesidades.
Cuando convertimos un deseo en necesidad empezamos a creer que ese algo es indispensable para poder vivir bien. Así cedemos el control de nuestro bienestar y lo depositamos en algo externo, que muy bien puede perecer o desaparecer.
Esta tendencia a crear necesidades innecesarias ha ido en aumento gracias al sistema consumista que empapa nuestra sociedad. Este nos ha hecho creer que sin esos productos no podremos vivir en plenitud.
Sin embargo, la solución no está en enojarse con la industria comercial o pedirle que cambie. Pues eso no hará que deseche sus técnicas de marketing. De hecho, lo que provocará en nosotros es un disgusto innecesario.
El punto no está en buscar culpables o satanizar el sistema consumista, sino en que abramos los ojos y seamos conscientes de cómo los mensajes publicitarios influyen en nosotros y en nuestra salud mental.
Está muy bien que existan productos y servicios que nos hagan la vida más fácil y es normal querer adquirirlos. Pero es importante que no nos perdamos en el camino y creamos que solo seremos felices cuando lo obtengamos. Recuerda que nuestro bienestar depende exclusivamente de nosotros.
La pirámide de Maslow
Hoy en día puede resultar muy difícil distinguir las necesidades innecesarias de las verdaderas necesidades. Sin embargo, un punto de partida muy útil sería conocer la pirámide de Maslow o jerarquía de las necesidades humanas.
Abraham Maslow fue un psicólogo humanista estadounidense que adquirió mucha popularidad al distinguir y jerarquizar las necesidades. En este caso, creó una pirámide de 5 niveles que ordena los distintos tipos de necesidades humanas.
En resumidas cuentas, se dispone de la siguiente manera en orden ascendente:
Necesidades básicas: son las fisiológicas básicas para mantener la homeostasis del organismo y garantizar la supervivencia. Entre ellas están la respiración, la alimentación, el descanso, el sexo, etc.
Necesidades de seguridad y protección: surgen cuando las necesidades fisiológicas están satisfechas. Refieren a los sentimientos de seguridad y protección. En este caso hablamos de la seguridad física (integridad del propio cuerpo) y de la salud, así como la seguridad de recursos (casa, dinero, empleo).
Necesidades de afiliación: se relacionan con nuestra naturaleza social e incluyen a la amistad, la pareja, los colegas, la familia.
Necesidades de reconocimiento: es el respeto a uno mismo e incluye sentimientos como confianza, competencia, independencia, libertad, logros, etc.
Necesidades de autorrealización: es la necesidad psicológica más elevada del ser humano. Por lo que se halla en la cima de las jerarquías y es a través de su satisfacción que se encuentra una justificación o un sentido válido a la vida. Se alcanza cuando todos los niveles anteriores han sido alcanzados y completados hasta cierto punto.
¿Cómo evitar este tipo de “necesidades”?
El primer paso para evitar depender de las necesidades innecesarias es saber identificarlas. Una buena forma es reconociendo cuáles son las verdaderas necesidades. Para ello, Maslow nos dio una excelente guía con su pirámide.
Por su parte, cada vez que experimentemos algún sentimiento de necesidad, será de gran utilidad que paremos a reflexionar y nos preguntemos si realmente este servicio o producto es necesario para mi bienestar.
Con ello no queremos decir que renuncies a ese deseo y que te olvides de alcanzarlo. A lo que te invitamos es a que seas más consciente de tus anhelos y que no los conviertas en imposiciones para ser feliz. Si has estado bien antes sin poseerlo, entonces no es realmente una necesidad.
Por su parte, te aconsejamos lo siguiente:
Estar atento a tu lenguaje verbal cuando te refieres a esos deseos. En vez de decir “necesito ese producto” di “quiero…” o “me gustaría tener…”. Las palabras nos determinan y ser cuidadosos con ellas marcará la diferencia.
Agradece lo que ya tienes: el sentimiento de necesidad se agranda cuando no valoramos lo que ya tenemos y lo que hemos logrado. Así que lleva la gratitud contigo todos los días.
Las necesidades innecesarias afectan la calidad de vida
Cuando nos empeñamos en ir detrás de las necesidades innecesarias, nuestra calidad de vida disminuye y las alternativas se reducen a la consecución de las mismas. Así que no nos hagamos daños imponiéndonos cosas que no nos hacen falta.
Agradece por lo que tienes e intenta alcanzar tu autorrealización sin depender de objetos que se compran. Este cambio puede ser profundo y lo que necesitas ahora.