Son indudables las exigencias que trae consigo dar a luz, de ahí la importancia de unir en un mismo proyecto de cotidianidad, maternidad y autocuidado. Tener un hijo lo ocupa y colma todo, y en efecto nuestra vida da un vuelco y ya no podrá volver a ser la misma.

Eso entra por supuesto, en la planificación de la futura madre, quien en los meses de gestación ha pasado por diversas etapas y momentos reflexivos.

A lo que estudia, indaga y se imagina, se añaden voces agoreras que le dicen por ejemplo: duerme, porque no volverás a hacerlo como antes. La madre entonces se va haciendo ideas y proyecciones que incluso pueden distar mucho de la realidad que le toque.

Lo cierto es que los cuidados que requiere el niño recién nacido serán muchos y delicados. Pedirán exclusividad y continuos aprendizajes. Pero también es verdad que la madre necesita cuidarse para poder asumir con entera disposición de cuerpo y mente, la crianza.

Importancia del autocuidado en la maternidad

Ser madre es una tarea para la que debemos hacer acopio de nuestras capacidades y en especial de los mecanismos de control personal. Esto es posible si reducimos los niveles de incertidumbre y ganamos confianza.

Por supuesto, las situaciones que experimentamos por primera vez tienen de suyo una carga de imponderables que podrían llegar a sobrepasarnos. Por eso es tan importante estar atentos a los signos para responder de manera temprana, y acompañarnos de personas que aporten experiencia y serenidad.

Ese apoyo debe traducirse en tiempo para uso personal, pues no es conveniente abordar maternidad y autocuidado de manera solitaria. El cuerpo de la madre y su paz interior necesitan descanso y ocio para reponerse del cansancio producto de la dedicación exclusiva de la crianza.

¿Por qué una madre no debe sentir culpa por dedicarse tiempo a sí misma?

La clave está en cuidarse para poder cuidar. Suena natural y obvio pero hay costumbres y tradiciones que pesan sobre la madre, entre ellas una idea del sacrificio que anula la vida personal. También el fantasma del desapego.

Ciertamente, el dogma del sacrificio como entrega total al otro, como una expresión de amor verdadero, puede causar mucho daño y reporta pocos beneficios.

Cuidar y atender a los hijos es una labor que pasa por el principio básico de que para amar antes debemos amarnos a nosotras mismas. Resulta imposible cuidar si nos descuidamos. Es por esta razón que maternidad y autocuidado van de la mano. Y el tiempo que emplea la madre para sí retornará en sentidos y reflejos más atentos y en un ánimo despejado para cuidar del pequeño.

Consecuencias de la falta de autocuidado en la maternidad

La madre necesita apoyo de pareja o familiares para asumir la crianza. El puerperio, las limitaciones para levantar peso, el aseo personal y el del niño, la esterilización de los objetos, la pulcritud de cama y ropa.

En fin, una serie inacabable de procesos y micro tareas que todas juntas consumen muchas horas y esfuerzo.

Si frente a todo esto la madre no se cuida, su salud se resentirá y hará más difícil llevar el ritmo de las atenciones del bebé. Esto puede ocasionar una reacción en cadena del todo indeseable, pues puede afectar la propia relación de pareja.

Consejos para el autocuidado en la maternidad

De la misma manera que no cuidarse desencadena inconvenientes, disponer de tiempo y acompañamiento, redundará en beneficios. Acá unos consejos que pueden ayudar a llevar de forma armónica maternidad y cuidados.

Aceptar ayuda y compañía

La madre puede acusar una personalidad autosuficiente. Si siempre fue capaz de hacerlo todo sola, tal vez ha llegado la hora de aceptar ayuda y muy importante: de delegar. A veces lo más difícil es vencer la idea de que si no lo hace por sí misma no estará bien hecho.

Permitir ayuda y confiar en la pareja o en un familiar para el papel de cuidador secundario, es beneficioso. Aprovechemos esos momentos para dedicarnos a lo que más nos guste.

Planificar

Nada más valioso para una persona que el tiempo de que disponga para las actividades que siente propias y que son digamos, autoimpuestas. Y que responden a sus inclinaciones, a su desarrollo profesional, a su experiencia.

Cuando no tenemos tiempo personal, derivamos en crisis de salud o nerviosas. Al aparecer, pocas veces relacionamos lo ocupadas que estuvimos por largos meses o años en actividades que nos apartaban de nuestros gustos. La maternidad irrumpe de manera poderosa, por esa razón, debemos estar conscientes de ello y tomar la dirección que más nos convenga.

Planificar es la herramienta idónea para hacer frente a las exigencias de la maternidad. Implicar al acompañante en la agenda y sobrellevarla juntos, es la estrategia apropiada.

Al igual que distribuir en las horas del día actividades que provean un poco de soledad y cuidado personal. Algunas opciones son preparar una infusión, trenzar o arreglar el cabello, aplicar cremas en el cuerpo, ojear una publicación atractiva, hacer ejercicios de respiración o regar las plantas.

Prepararse una comida

Llevar la comida de la familia amerita de varias horas al día, previas a la preparación más las que se invierten en la elaboración como tal. No importa que tan sencilla sea la receta. La ayuda para cubrir esta demanda es muy necesaria para la armonía familiar.

Sin embargo, la madre podría disponer de al menos una comida diaria -tal vez merienda- en la que se entretenga con la preparación. Luego, que la pueda degustar y disfrutar del momento.

Salir a pasear

Dispongamos de una tarde para ir de compras o solo salir a caminar en los alrededores con las amigas, tal vez hasta un café cercano. Para hablar de temas casuales o de moda, que nos pueden parecer intrascendentes, pero que nos conectan a la existencia en su alegre diversidad. Se trata de sentirnos parte de las múltiples corrientes del aquí y el ahora.

Compartir con la pareja

Cocinar, ver una película, organizar un espacio de la casa, velar uno del otro con algún pequeño detalle; por ejemplo, conversar frente a una taza de café o té. Son alternativas de las muchas con las qué darle valor y sensibilidad al paso del tiempo en pareja.

Es en estos momentos en los que de manera invisible o imperceptible, nos recargamos de la energía necesaria y suficiente para remontar la cotidianidad y hacer llevaderos los días. Nos integran y unen, y permiten a los padres hacer frente a las tareas de la crianza cuando de verdad es compartida.

 

 

Maternidad y autocuidado: una dupla irreemplazable

La mamá debe tener momentos para ella, para atenderse en lo personal, en su apariencia y en su interior. Una cosa reflejará la otra, y el conjunto irradiará al resto de la familia. Y en especial, se extenderá sobre el niño. Este la encontrará luminosa si su ánimo está recargado.

El autocuidado es un proyecto abierto de bienestar. Consiste en administrar los elementos que proporcionan alegría, plácida y duradera, acaso distorsionados por la preocupación de la crianza. Tomar conciencia de ello y construir en conjunto los espacios de cuidado personal, es insoslayable. De ello depende la salud y la armonía familiar.