La frustración es el estado emocional que experimentamos cuando no obtenemos lo que deseamos. Por ejemplo, reprobar un examen después de habernos esforzado estudiando; no conseguir el puesto laboral al que nos postulamos; o fallar en la consecución de una nueva meta. Cuando no podemos evitar esta frustración, solemos sentir enojo, ansiedad, impotencia y tristeza.

Ahora bien, la frustración nos dice que algo ha salido mal, que nos hemos esforzado y no hemos conseguido el premio. Pero eso no significa que debamos abandonar los proyectos.

Daniel Goleman, psicólogo y promovedor del concepto de inteligencia emocional, considera que la habilidad para manejar la frustración es una de las más importantes para alcanzar el éxito. Incluso, lo considera más importante que tener una gran cantidad de talentos especiales.

¿Qué causa la frustración?

La frustración puede ser producida por múltiples causas, las que varían dependiendo del individuo y de las circunstancias. No obstante, los factores que suelen provocarla son los siguientes:

El temperamento: se trata de la predisposición emocional congénita de cada persona. En otras palabras, es la tendencia innata a reaccionar de cierto modo ante el ambiente. En este sentido, existen personas que nacen con una mayor predisposición para tolerar la frustración que otras

Las condiciones sociales: a pesar de que se nace con cierta predisposición emocional, también es cierto que la retroalimentación con el entorno ayudará a moldear las respuestas emocionales. Por ejemplo, la sociedad occidental tolera menos la frustración. Esto se debe a la predominancia de la inmediatez.

Referentes con déficits de autocontrol: los niños aprenden gran parte de su repertorio conductual a partir de lo observado en sus figuras parentales. Dicho esto, los padres con escasas habilidades en la gestión de la frustración transmiten esa misma incompetencia a sus hijos.

Interpretación errada de la realidad: también es posible que la persona valore la situación frustrante como intensamente amenazante y peligrosa, lo que complejiza un afrontamiento más adecuado.

¿Qué es la baja tolerancia a la frustración?

Según la Asociación Americana de Psicología, la tolerancia a la frustración es la capacidad de una persona para retrasar la gratificación o para preservar la serenidad cuando encuentra obstáculos. En este sentido, las personas con baja tolerancia a la frustración suelen experimentar rabia, desesperanza, ansiedad, presión, apatía o ganas de abandonar sus proyectos.

El aumento de la tolerancia a la frustración suele ocurrir a medida que el niño se desarrolla cognitiva y afectivamente. Es decir, los pequeños no cuentan con un psiquismo lo suficientemente maduro para manejar adecuadamente este estado emocional. Pero a medida que maduran, adquieren la capacidad.

No obstante, no solo depende de la madurez de la persona. Si al niño no se le educa adecuadamente o presenta ciertas características biológicas; o se desenvuelve en un entorno que no favorece una respuesta emocional adecuada, no podrá desarrollar una alta tolerancia a la frustración.

A pesar de ello, los adultos siempre podemos fortalecer respuestas más adaptativas para evitar la frustración. Más adelante explicaremos algunas formas de hacerlo.

Características de las personas con poca tolerancia a la frustración
En líneas generales, las personas que presentan poca tolerancia a la frustración tienen las siguientes características:

Dificultad para controlar las emociones.
Son personas más impulsivas, impacientes y exigentes.
Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata. Por lo tanto, cuando se enfrentan a la espera o se posterga la satisfacción, suelen tener ataques de ira, experimentar tristeza extrema o retraimiento.
Son más propensas a padecer ansiedad o depresión.
Creen que todo gira en torno a ellos. De esta forma, piensan que merecen lo que demandan.
Suelen ser personas rígidas y con poca adaptabilidad a los cambios.
Tienen un pensamiento dicotómico: tienden a verlo todo en función de los extremos, como dos absolutos, sin términos medios.

5 consejos para evitar la frustración

Aprender a evitar la frustración es un aspecto clave para desarrollarnos. Pues en la medida que sepamos lidiar con este estado emocional, podremos reponernos ante las adversidades, seguir luchando por lo que queremos y aprender de nuestros errores.

1. Reconocer cuando nos sentimos frustrados

El primer paso para evitar la frustración es saber identificarla. Suena obvio, pero muchas veces nos vemos tan sumidos en este estado emocional que no somos capaces de reconocerlo.

Tener inteligencia emocional implica, en primer lugar, aprender a reconocer nuestras emociones, ponerles nombre, así como también identificar qué las origina. Reconocer nuestras fallas o cuándo nos sentimos desilusionados no nos convierte en personas débiles.

2. Identificar nuestras capacidades y limitaciones

En segundo lugar, debemos identificar nuestras fortalezas, explorar nuestros talentos y confiar en lo que somos capaz de hacer. Asimismo, es importante que cultivemos, cada vez más, esas habilidades.

También es importante que identifiquemos hasta dónde podemos llegar. Cuando sabemos cuáles son nuestras limitaciones, no nos hacemos falsas expectativas y los tropiezos serán menos dolorosos. Esto no significa que no aspiremos a mejorar; la idea es que también trabajemos en estas limitaciones.

3. No tomar nada personal

Las personas con poca tolerancia a la frustración creen que todo lo que pasa tiene que ver con ellas. En este sentido, para evitar que la frustración nos domine, es importante que seamos conscientes que lo que ocurre en nuestro entorno no es un ataque personal. Muchas cosas pasan en la vida y no todas tienen que corresponder a nuestros deseos.

Esto evita que nos estanquemos en el victimismo. De nada sirve pensar que el mundo es injusto con nosotros y que no nos premian nuestros esfuerzos.

4. Ajustar la estrategia

Las personas con poca tolerancia a la frustración ven los tropiezos como una señal de que no deben continuar con sus metas. Por su parte, aquellas que tienen inteligencia emocional desarrollada consideran que toda caída es una oportunidad para identificar qué salió mal y reajustar la estrategia.

De este modo, se puede conservar aquello que sirve y desechar lo que no. Al ajustar el camino seguido se tiene un plan de crecimiento cada vez más efectivo.

5. Trabajar en las propias emociones

El manejo adecuado de las emociones no solo es esencial para evitar la frustración, sino para lograr un mayor nivel de bienestar. Existen muchas formas de hacerlo; la más efectiva y recomendada es la asistencia terapéutica.

Pues el profesional abordará la problemática de una forma personalizada. Adicional a ello, la meditación ha demostrado ser una excelente herramienta para desarrollar un mejor control de las emociones.

Evitar la frustración para vivir mejor

No siempre van a suceder las cosas como queremos. Esto es un hecho. En consecuencia, lo importante es evitar que la frustración nos domine.

Recuerda que hay muchas cosas que no podemos controlar; en especial los eventos externos. Lo que sí podemos manejar es cómo actuamos ante ellos.

No obstante, si sientes que tus emociones te dominan y que no puedes manejarlas, lo ideal es asistir con un profesional. Él te dará las herramientas necesarias para seguir adelante.