La enfermedad por radiación es el conjunto de síntomas que se suceden, resultado de la exposición a dosis altas de radiación ionizante. En general, la exposición debe ser en un período corto de tiempo. También se conoce como síndrome de irradiación aguda o radiotoxemia.

Para que se produzca la enfermedad por radiación, las dosis recibidas deben ser altas y pertenecer al grupo de las radiaciones penetrantes. Es decir, de aquellas que tienen la capacidad de alcanzar los órganos internos. A su vez, cuando hablamos de un período corto de tiempo, nos referimos a solo minutos en las explosiones nucleares o algunas semanas en otras circunstancias.

La científica Marie Curie murió en 1934 a consecuencia de la radiotoxemia. Padeció una de sus complicaciones más graves: la aplasia medular.

Cuadro clínico de la enfermedad por radiación

La enfermedad por radiación se desarrolla en 4 etapas clínicas que tienen duración e intensidad variable:

Prodrómica.
Latente.
Manifiesta.
De recuperación o muerte.

Las probabilidades de presentar síntomas aumentan a medida que la dosis sea mayor a 0,7 grais. La causa de muerte, como analizaremos más adelante, está asociada a infecciones graves o destrucción de la médula ósea. También puede producirse, en el proceso, deshidratación con desbalance hidroelectrolítico y coma.

Cuando la dosis supera o se aproxima a los 10 grais es potencialmente fatal en un plazo de 2 a 4 semanas.
La gravedad de las consecuencias depende del grado de exposición y de la dosis que haya sido recibida. Así como también de la parte del cuerpo que fue expuesta.

1. Fase prodrómica del síndrome de irradiación aguda

Los primeros síntomas de la enfermedad por radiación suelen ser los siguientes:

Diarrea.
Dolor de cabeza.
Falta de apetito.
Náuseas y vómitos.
Erupciones en la piel.
Cansancio y fatiga extrema.

También se pueden registrar hinchazones y edemas, vértigo, taquicardia, irritabilidad e insomnio. Estos síntomas se producen desde minutos luego de la exposición hasta varios días o semanas después.

La afectación de la radiación en la piel suele manifestarse como enrojecimiento e hinchazón. Habrá ampollas y úlceras, como suceda en las quemaduras con calor.

Esta primera fase tiende a desaparecer en el plazo de una semana. Así, da la falsa creencia de que ya no hay peligro por la radiación. No obstante, es muy probable que tiempo después se presenten los mismos síntomas o unos nuevos.

2. Fase de latencia de la radiotoxemia

Durante la fase de latencia no suele haber síntomas de la enfermedad por radiación o estos tienden a ser muy leves. Puede prolongarse desde la primera semana de la exposición hasta 21 a 30 días luego.

Los síntomas tenderán a regresar y agravarse. En este momento del proceso se está produciendo la muerte de las células de la médula ósea.

3. Fase clínica manifiesta de la enfermedad por radiación

Posteriormente, se puede producir pérdida del cabello, afección de la fertilidad y, lo más grave, afectación de los sistemas hematopoyético, gastrointestinal, cardiovascular y neurológico. Los signos del sistema nervioso central y digestivos suelen ser los siguientes:

Fatiga.
Pérdida de apetito.
Vómitos precedidos por náuseas.
Convulsiones.
Coma.

Cuando hay destrucción de la médula ósea se produce el síndrome hematopoyético, caracterizado por pancitopenia o disminución de los tres tipos de células de la sangre, con anemia (glóbulos rojos), leucopenia (glóbulos blancos) y trombocitopenia (plaquetas).

La trombocitopenia trae consigo el riesgo de sangrado. Mientras, la leucopenia eleva la posibilidad de infecciones por la inmunosupresión.

En los casos más graves puede haber hemorragias internas, pérdida de la motilidad gastrointestinal e inmunosupresión severa.

4. Fase final

La fase crítica de la enfermedad de radioterapia se produce alrededor de la segunda a la séptima semana luego de la exposición. Aquí se produce la recuperación o la muerte.

Suele haber aplasia medular total (manifiesta con pancitopenia), coma prolongado, pérdida de la motilidad del tracto gastrointestinal y abortos espontáneos e infertilidad.

El diagnóstico es clínico y por descarte de otros cuadros

El diagnóstico de la enfermedad por radiación es claro cuando hay un evento previo de exposición. Puede producirse tras accidentes nucleares (algo muy raro en la actualidad), pero también como consecuencia de tratamientos prolongados para el cáncer, como el de seno. O incluso en ambientes de trabajo donde se manipula energía nuclear.

Cuando hay lesiones parecidas a quemaduras en la piel, sin exposición al sol, sustancias químicas o alguna corriente eléctrica, se debe sospechar de la enfermedad por radiación.

No hay un tratamiento específico para la enfermedad por radiación

El tratamiento está centrado en resolver los síntomas, por lo que debe ser individualizado según cada caso. Suele enfocarse en abordar las infecciones, así como las lesiones y quemaduras, manteniendo la hidratación. Se recetan antibióticos, antieméticos y sedantes.

Cuando hay afectación de la médula ósea, los tratamientos deben ser más intensivos e incluyen factores estimuladores de la línea hematopoyética. Esto, debido a que la principal causa de muerte en la enfermedad por radiación son las hemorragias internas por falta de plaquetas y las infecciones por carencia de glóbulos blancos.

Pueden requerirse transfusiones de plasma y sangre, intervención quirúrgica para las quemaduras y, en algunos casos, protocolos para la leucemia inducida por la radiación.

El trasplante de médula ósea es una opción. En cambio, en los casos de infertilidad por disfunción ovárica y testicular, no hay ningún tratamiento efectivo.

Una enfermedad con efectos a largo plazo

La enfermedad por radiación es muy poco frecuente y se produce, sobre todo, por situaciones extremas, como una explosión nuclear o accidentes en plantas de energía nuclear. Sin embargo, hay consecuencias más leves que se hacen presentes en el marco de situaciones cotidianas, como un tratamiento oncológico o el desarrollo de ciertas labores.

Para llegar a la enfermedad por radiación completa, con todas sus fases, se debería recibir un equivalente a más de 18 000 radiografías de tórax en un breve período de tiempo.
La curación de la piel y de la médula ósea puede demandar desde semanas hasta años. Además, la acumulación de los niveles de radiación pueden aumentar el riesgo de cáncer a lo largo de la vida.

No habrá problemas si te indican una radiografía de tórax, por ejemplo. De todos modos, siempre conviene controlar la exposición diaria a cualquier tipo de radiación.