“Mens sana in corpore sano” reza la cita del latín que se atribuye a Décimo Junio Juvenal. Con el tiempo, esta frase adquirió un significado diferente de aquel que tenía originalmente, relacionado con la oración. Hoy, todos entendemos que cuerpo y cerebro están íntimamente vinculados y que, para que nuestra mente funcione correctamente, debemos cuidar nuestro físico. Dormir bien y alimentarse adecuadamente son dos de los principales pilares para hacerlo. Pero no podemos olvidar el ejercicio físico: ponernos en forma es una de las mejores maneras de mantener nuestras capacidades cognitivas y emocionales bien protegidas.
El deporte ayuda a cuidar nuestro físico y previene algunas patologías que pueden afectar nuestro día a día y tener impacto en nuestro cerebro y humor. Pero también tiene un reflejo directo en nuestro estado de ánimo, nuestro rendimiento, nuestra autoestima o, incluso, la forma de relacionarnos. No son pocos los beneficios de hacer ejercicio, solos o en grupo, como deporte o, simplemente, como entrenamiento. Y cada uno elige la intensidad en base a sus circunstancias y preferencias. Por mucho que lo digan organizaciones como la OMS, nunca es suficiente. El deporte ayuda a cambiar nuestras vidas y nuestra forma de sentirnos.
En una era donde el estrés nos acompaña constantemente, el deporte nos ayuda a relajarnos y a prevenir y combatir la ansiedad. La liberación de endorfinas aporta bienestar y la actividad física es un buen momento para liberar nuestra mente de las tensiones y preocupaciones cotidianas. Además, cambia nuestro autoconcepto hacia una imagen más positiva y de satisfacción. Esto redunda positivamente en la autoestima y, además, el hecho de conseguir las metas que nos proponemos nos otorga una mayor sensación de control. Incluso en la esfera profesional, el manejo del estrés puede ser beneficioso para aumentar nuestro rendimiento.
No podemos olvidar, tampoco, el componente social de la actividad deportiva. Si el deporte es en grupo, esto es evidente. Pero, incluso el ejercicio individual impulsa a relacionarnos con otras personas, ya sea porque coincidimos, porque comentamos esta afición o porque participamos en algunas competiciones (aunque sean “amateurs”).
No es un secreto, por otra parte, que los que practican deporte suelen cuidar más su alimentación, lo que redunda positivamente en nuestra materia gris. Y suelen descansar mejor, por lo que cubrimos otro de los elementos básicos para nuestro bienestar: el sueño. Además, la concentración que requieren algunas actividades deportivas también desarrolla nuestras capacidades cognitivas.
De hecho, el ejercicio mental y el físico están bastante relacionados. Y no solamente porque muchos deportes requieran utilizar la estrategia o la concentración, sino que también encontramos casos de sinergias entre ambas disciplinas. Nombres propios del fútbol como Simeone o Ardiles han sido grandes aficionados al ajedrez; y un fuera de serie del póker como Ramón Colillas llegó a practicar el fútbol profesional en España. De hecho, la competencia en ambos mundos tiene grandes similitudes y es lógico que se entrenen unas habilidades para complementar las otras.
Aprovechando el ejemplo del póker, podemos introducir otro elemento relevante y menos conocido por parte de la sociedad: los deportes mentales. Estas disciplinas se centran en el rendimiento de nuestra materia gris y también aportan grandes beneficios. El citado póker, sin ir más lejos, ayuda a trabajar la concentración, la planificación, la gestión de las emociones y otras tantas variables. El ajedrez, las damas o el Backgammon son otros representantes de estas disciplinas. Por tanto, podemos “poner a punto” nuestra materia gris con muchas y diversas actividades.
En definitiva, son extensos los beneficios que la práctica deportiva puede aportar a nuestra mente. La sensación de bienestar, la prevención de patologías y el aumento de nuestro rendimiento son algunos de ellos. Pero no debemos olvidar otras variables que también son importantes, como la buena alimentación o el descanso. También hay que tener en cuenta que podemos potenciar nuestras capacidades ejercitando la materia gris, como con los deportes mentales. Solo tenemos un cuerpo y tenemos que cuidarlo; por suerte, hay variedad de formas de hacerlo.