La deshidratación en adultos mayores y en niños es más grave que en otras personas. Esta es una condición en la que se pierden más líquidos de los que se ingieren. Si esto ocurre, los órganos no pueden funcionar de manera adecuada y se pone en riesgo la vida.

El cuerpo necesita de agua para realizar muchos de sus procesos. De ello depende, por ejemplo, la correcta regulación de la temperatura, la lubricación de las articulaciones y la eliminación de desechos, entre otros aspectos.

Además de la imposibilidad para llevar a cabo esas funciones de forma adecuada, la deshidratación en adultos mayores puede traer otras complicaciones. Entre ellas están los problemas en el tracto urinario, la confusión, la debilidad y el desequilibrio.

¿Por qué hay mayor riesgo de deshidratación en la vejez?

Hay algunos factores asociados a la edad que llevan a que haya mayor riesgo de deshidratación en adultos mayores que en el resto. Al envejecer se producen una serie de cambios fisiológicos que favorecen la pérdida del equilibrio hídrico.

Las principales razones por las que hay mayor riesgo de deshidratación en adultos mayores son las siguientes:

Agua corporal: al envejecer hay menos contenido total de agua en el cuerpo. Se estima que a los 80 años hay entre 4 y 6 litros internos menos que a los 20.

Menor sensación de sed: las personas mayores suelen tener menor sensación de sed que las más jóvenes. Esto lleva a que no beban suficientes líquidos.

Deterioro de la función renal: con la edad se reduce la capacidad de los riñones para conservar el agua. Así mismo, estos órganos responden cada vez menos a la hormona antidiurética.

Enfermedades: algunas patologías hacen que se pierdan más líquidos.

Limitaciones de la edad: a veces el adulto mayor no tiene fácil acceso a los líquidos o no es consciente de su importancia.

Medicamentos: las personas mayores suelen tomar medicamentos y es posible que algunos de ellos tengan efectos diuréticos.

Causas principales

La deshidratación en adultos mayores es provocada en gran medida por la falta de información y los hábitos inadecuados. Una persona de edad avanzada debe estar hidratándose continuamente, incluso si no siente sed.

En ciertas oportunidades esto no es posible debido a que hay limitaciones de memoria. En algunas ocasiones, los problemas de movilidad limitan la ingestión de líquidos. Así mismo, las enfermedades crónicas como la diabetes aumentan el riesgo.

Además de lo anterior, la deshidratación en adultos mayores puede originarse a partir de uno o varios de los siguientes factores:

Exposición a altas temperaturas: en esas condiciones se pierden más líquidos a través del sudor.

Enfermedad aguda: problemas como la diarrea o la gripe facilitan la pérdida de líquidos.

Medicamentos: algunos fármacos incrementan la micción.

 

Síntomas asociados a la deshidratación en adultos mayores

La deshidratación en adultos mayores puede ser leve, moderada o grave. En el primer caso, lo habitual es que solo haya sed y se sienta la boca seca o pegajosa.

La moderada incluye, además, estos síntomas:

Dolor de cabeza.
Piel fría y seca.
Poca orina u orina de color amarillo oscuro.
Calambres musculares.
Si la deshidratación se torna severa, lo común es que se presenten las siguientes manifestaciones:

Orina muy oscura o ausencia total de micción.

Piel arrugada y reseca.

Confusión o irritabilidad.

Latidos rápidos del corazón con respiración acelerada.

Mareo o desvanecimiento.

Hipotensión arterial.

Cuando hay señales de severa deshidratación en adultos mayores es necesario acudir a un centro médico cuanto antes. Se considera una emergencia y debe ser atendida a la menor brevedad.

Tratamiento y prevención

La deshidratación en adultos mayores se trata reponiendo los líquidos y electrolitos perdidos. Si corresponde a un caso leve o moderado, basta con beber agua de forma sucesiva en pequeñas cantidades. Cuando el médico lo aconseja, también se deben ingerir sales de rehidratación.

Lo mejor es beber agua o suero oral. Se deberían evitar el café y las bebidas con cafeína, las gaseosas y las bebidas alcohólicas. Si estas medidas no funcionan o hay señales de una deshidratación grave, lo más probable es que en el centro médico opten por administrar líquidos por la vía endovenosa.

De otro lado, la mejor manera de prevenir la deshidratación en adultos mayores es adoptando las siguientes medidas:

Educar y concientizar a las personas mayores sobre la importancia de beber líquidos con regularidad.

Dejar los líquidos al alcance de la persona mayor para que acceda a ellos siempre que lo requiera.

Promover la ingesta de líquidos con la medicación.

Evitar las actividades extenuantes o asegurarse de consumir suficiente líquido antes, durante y después de realizarlas.

Beber más agua en tiempos muy cálidos, húmedos o cuando hay frío seco.

Evitar el consumo de bebidas diuréticas como el café.

Consumir alimentos con alto contenido de agua.

Posibles complicaciones de la deshidratación en adultos mayores

La deshidratación en adultos mayores es una condición seria que debe abordarse con el mayor cuidado. Si no se corrige a tiempo podría desembocar en complicaciones graves:

Problemas renales y urinarios: infecciones, cálculos renales e incluso insuficiencia.

Convulsiones: si los electrolitos están desbalanceados interfieren en las señales eléctricas de una célula a la otra. Esto puede provocar contracciones musculares involuntarias y, en los casos más graves, pérdida de conciencia.

Choque hipovolémico: tiene lugar cuando el bajo volumen de sangre hace que disminuya la presión arterial. Puede llevar a la muerte.

Lesión por calor: se produce cuando hay mucha sudoración. Provoca desde calambres musculares hasta agotamiento o un golpe de calor que pone en riesgo la vida.

Atención en los pacientes con enfermedades previas

Hidratarse en forma continua es una práctica necesaria y saludable. Se trata de un hábito que debe adoptarse y mantenerse para evitar consecuencias que llegan a ser muy graves. Esto aplica en especial para los niños y las personas de mayor edad.

La deshidratación en adultos mayores es un riesgo continuo que debe prevenirse. Hay que tener especial cuidado con aquellos pacientes que tienen trastornos mentales o limitaciones de movimiento, ya que dependen de otros para mantenerse hidratados.