Existen muchas historias alrededor del nombre guajolota, una de las más populares cuenta que unos electricistas de Tulancingo cierto día se quedaron sin qué comer durante el invierno y para saciar su hambre salieron a buscar que comer.

Buscaron por varios restaurantes pero no consiguieron encontrar nada, hasta que encontraron un pequeño puesto de comida donde ya casi no tenían nada de su menú. Ante dicha situación, la dueña les ofreció unas tortas rellenas de enchiladas.

Esto hizo reír a los trabajadores, quienes le dijeron que eso equivalía a un pavo o guajolote, por las proteínas. Más tarde, un joven montó un puesto de tortas de guajolotas y de ahí comenzaron a hacerse famosas.

El historiador y escritor José N. Iturriga, destacó en su libro “La cultura del antojito. De tacos, tamales y tortas y Confieso que he comido: de fondas, zaguanes, mercados y banquetas”, que las guajolotas vienen de Puebla.

En Puebla, preparan unos pambazos similares a las guajolotas, los poblanos las suelen comer en las tardes porque son un alimento pesado, a diferencia de la CDMX, en donde son mañaneras. Un alimento práctico sobre todo para los trabajadores, popular por su practicidad y facilidad para ponerla para llevar a los trabajadores.