En los espacios en los que nos desenvolvemos se pueden suscitar conflictos por diversas razones. También es posible que recibamos alguna crítica, consejo o recomendación. Pero siempre será importante practicar la escucha activa, sin ponerse a la defensiva.
Para comprender la posición o el punto de vista de los demás, para dar respuestas acertadas, para conocer nuestros puntos débiles, es necesario escuchar con una actitud abierta, siempre con la mente puesta en mejorar.
Es posible que, como a muchas otras personas, te haya sucedido que te sientes amenazado en una situación de conflicto o cuestionado por una crítica. Puede que ni siquiera termines de escuchar y respondas a la contraofensiva.
Si esto te sucede a menudo, tal vez necesitas aprender a practicar la escucha sin ponerte a la defensiva. En este artículo te explicamos cómo lograrlo para mejorar tu comunicación y tus relaciones.
¿Qué es una reacción o actitud defensiva?
Como la misma palabra lo da a entender, estar a la defensiva es asumir una posición en la que sentimos que tenemos que protegernos de los demás, porque pensamos que estamos siendo agredidos. Una reacción defensiva puede surgir producto del miedo ante una aparente amenaza.
Es oportuno aclarar que, si existe de verdad un insulto o agresión, no se habla de estar a la defensiva, sino de una reacción emocional justificada.
Ahora bien, las reacciones defensivas pueden surgir cuando alguien emite un comentario, nos da un consejo o sugerencia, e incluso hace una crítica hacia nosotros. Lo común es que sea una persona del entorno con quien mantenemos un vínculo.
Entonces, comenzamos a molestarnos y experimentamos algunos cambios. Nos sentimos tensos, el corazón se acelera, nos acaloramos. Tal como sucede cuando alguien siente una amenaza física real.
Los síntomas, por llamarlos de algún modo, son los siguientes:
Nos cerramos a la posibilidad de escuchar y recibir nueva información.
Subimos el volumen de la voz.
Cambiamos el estilo comunicativo a pasivo-agresivo.
Apelamos a la ironía o al sarcasmo.
El lenguaje corporal cambia y cruzamos los brazos, fruncimos el entrecejo.
Cómo saber si estás a la defensiva
Para practicar la escucha activa, primero debemos aprender a reconocer cuando estamos a la defensiva. A continuación mencionamos algunos rasgos propios de esta actitud:
No puedes esperar que la persona termine de exponer su idea cuando ya estás respondiendo.
Te molestas si te preguntan sobre algún asunto que consideras personal.
Respondes con otra pregunta.
Cuando alguien te dice “quiero hablar contigo” te inquietas.
Después de haber tenido una reacción acalorada pasas tiempo elaborando justificaciones de tu conducta.
Tomas los comentarios de manera personal, aunque no tengan que ver contigo.
No toleras las bromas.
¿Por qué asumimos una actitud defensiva?
Estar a la defensiva es un mecanismo que desarrollamos por diversas razones. A su vez, algunas circunstancias de nuestra vida pueden reforzar o atenuar esa actitud.
Puede ser una situación de cansancio o estrés. Quizás tenemos un problema que nos parece difícil de solucionar o no nos agrada nuestra situación laboral o personal. Entonces estallamos por cualquier causa.
En ocasiones, las malas experiencias de relaciones pasadas las traemos al presente. Y lo que nos dice nuestra pareja lo percibimos distorsionado, pensando que sucederá lo mismo que la vez anterior.
Según las investigaciones, la relación se ve afectada no por la cantidad de conflictos, sino por la manera como los miembros resuelven los mismos. Sin embargo, el estar a la defensiva es propio de parejas disfuncionales.
Y aún hay otras razones por las que podemos asumir una actitud defensiva, como la frustración académica o profesional, la inseguridad y la baja autoestima.
Consejos para practicar la escucha activa
Es complicado tolerar una crítica sin perder los estribos y ponerse a la defensiva. Aunque si bien no se nace con la habilidad, se puede aprender a tener autocontrol.
A continuación presentamos algunos consejos para practicar la escucha de manera activa, con la mente abierta a lo que quieran decirnos y una actitud tranquila y ecuánime.
Escucha de verdad todo
Debes comenzar por escuchar plenamente, de manera consciente, con todo tu ser en lo que estás. Esto es lo que se conoce como atención plena o mindfullness.
Dicho de otro modo, para escuchar de manera activa hay que apartar dispositivos y demás distracciones. Incluso olvidar lo que tenemos en la mente.
Escuchar, comprender, responder
Hay que ser pacientes. Esperar que finalice la comunicación, aún cuando no estemos de acuerdo con lo que se está diciendo. Asegurarse de haber comprendido y no reaccionar de inmediato e impulsivamente.
Escuchar, comprender, pensar, responder es el orden. No puede ser al revés.
Y aunque parezca muy difícil, podríamos simplemente limitarnos a atender y comprender sin decir nada luego. Después de todo, la comunicación no consiste únicamente en esperar el turno para hablar.
Como si fuera la primera vez
A menudo no juzgamos el mensaje, sino el emisor. Es decir, estamos pensando en algo que nos dijo o hizo la persona antes y valoramos o menospreciamos sus palabras por la manera como nos sentimos con respecto a ella.
Lo ideal es escuchar sin ideas preconcebidas; ni en relación con el hablante ni en relación con los contenidos. Haz a un lado los prejuicios.
Solicita aclaratorias
Aún cuando creas que lo que te dijeron es grave ofensa, pídele a la persona que lo repita o explique de nuevo, de preferencia con otras palabras. Pero recuerda que tu interpretación no es el mensaje. El que sabe lo que quiere decir es el que habla.
Sé sincero contigo
A menudo, cuando nos hacen un comentario, lo que más nos molesta es que sea verdad. Somos desordenados o distraídos y aún así el consejo nos irrita.
El mayor problema con la reacción defensiva es que también es de negación, pues no aceptamos la observación y reforzamos la conducta. Reconozcamos lo que somos y escuchemos el consejo.
No tomes nada de manera personal
Hay gente a tu alrededor que te aprecia y quiere que estés bien. Por eso te aconsejan. Pero una recomendación no es una crítica. Nadie te ha dicho “incapaz”.
Acepta el consejo o escúchalo, al menos. Y no te sientas minimizado. No pienses que la persona tiene un complejo de superioridad y está tratando de demostrar que es mejor que tú.
La intención es lo que cuenta
Ni lo que te dicen ni la manera como lo dicen tiene que significar un insulto. Si la persona quiere aconsejarte, piensa que te está dando un regalo de sabiduría. Recíbelo. La intención es lo que vale.
No juzgues con la emoción
Si tuviste un mal día, nadie tiene la culpa. No responsabilices a quien te habla. Si quieres estar en silencio, hazlo saber de manera amable. Esto también es parte de practicar la escucha.
Da las gracias y quédate con lo que te guste
¿Te pareció bueno el consejo? Da las gracias. ¿Estás de acuerdo con lo que te dicen, pero no con la manera? Da las gracias y céntrate en el mensaje. ¿No estás de acuerdo? Da las gracias y ya.
Practicar la escucha es una tarea diaria
Es agotador vivir a la defensiva. Es indispensable, por ende, aprender a reconocer qué dispara tal actitud y tomar medidas para manejarla.
Recuerda que no hay necesidad de defenderse siempre de todo lo que te dicen. No estás en el banquillo de los acusados de un tribunal ni necesitas demostrar que tienes siempre la razón.
Y si bien no podemos vivir de conflicto en en conflicto, tampoco podemos evitarlos. De hecho, los mismos son necesarios y hasta pueden llegar a ser catalizadores.
El elemento más importante en esto es practicar la escucha activa. Según las investigaciones, el no saber escuchar constituye una desventaja al momento de entablar negociaciones o trabajar en equipo.
La idea es tratar de comprender y, sobre todo, encontrar espacios en común. Escuchar es un arte. Practícalo.