El “no” viene por delante. La opinión única y cerrada le sigue. Este es el tipo de posicionamiento que asume una persona intransigente.

Tiene poco margen para escuchar opiniones ajenas o para modificar sus propias ideas. Veamos, entonces, cómo es interactuar con alguien que se cierra a la transformación.

¿Cómo es una persona intransigente?

Se trata de una persona que se caracteriza por su rigidez extrema. Permanece inalterable en sus opiniones o conductas, aun cuando la evidencia o los hechos demuestran que es conveniente orientarse en otra dirección.

Suelen guiarse por la norma y la regla, con un sentido de la autoridad y el respeto por lo establecido. Casi dogmáticas, no suelen cuestionar lo que se debe hacer, sino que lo toman como parámetro y lo siguen a ciegas. Además, siempre quieren tener razón y pueden ser juiciosas.

Muchas veces resulta difícil la convivencia con este tipo de personalidades, ya que suelen ubicarse en un rol de superioridad moral. Como ventaja (al menos en algunos momentos), una persona que es intransigente se asegura de permanecer en su zona de confort. Lo que implica cierta estabilidad y ausencia de sobresaltos.

Sin embargo, está cerrada al aprendizaje, a las nuevas experiencias. Por lo tanto, la intransigencia es un arma de doble filo, ya que impide la adaptación. Los cambios se viven con gran angustia y malestar.

También puede resultar difícil dialogar o trabajar con este tipo de personalidades. Solo son capaces de ver las situaciones desde su propio lente, sin incorporar otras variables o información.

Algunas características

Las características principales de las personas intransigentes son las siguientes:

No son capaces de aceptar que hay otros puntos de vista u opiniones.

Suelen prestar atención solo a la información que confirma lo que ellos ya saben. De modo que ante un argumento que contraría lo que creen, siempre tratarán de dirigirse a lo seguro. Podríamos decir que son muy conservadoras en su forma de ver el mundo y que no se adaptan bien a los cambios.

Si bien pueden parecer personas con gran seguridad, en ocasiones esa intransigencia revela algo de inseguridad, ya que en el fondo, lo desconocido causa temor. Ese lugar de certeza es lo que les hace sentir bien y capaces de tener el control.

Muchas veces se implican o mantienen conversaciones solo con el objetivo de cuestionar.

Suelen sentirse amenazadas por las opiniones de otras personas. Por eso están a la defensiva.

Si eres una persona intransigente…

Algunas recomendaciones a tener en cuenta si reconoces que tienes este tipo de personalidad son las siguientes:

Debes descubrirte como tal. ¿No sabes cómo? Por ejemplo, si te encuentras con que sueles tener muchas diferencias con la gente respecto a tus opiniones, si muchas veces escuchas que eres cerrado, quizás puedas tomar estos hechos como la punta del hilo para explorar tu situación.

Trata de no tomarte cada comentario o discusión como algo personal. No es un ataque contra ti. Simplemente, hay otra persona que piensa distinto.

Intenta escuchar lo que otra persona tiene para decir, sin interrupciones. Haz preguntas para comprender por qué lo dice, sin llevarlo a tus modelos explicativos. Cuando hable, escucha. No te adelantes en lo que quieres rebatir o contestar.

Piensa a dónde te han llevado tus comportamientos rígidos. Si los resultados de tu postura te acercan o alejan de tus objetivos y cuál es el costo de sostenerla hasta el final.

Por último, deja de justificarte diciendo “soy así”. Las personas también podemos cambiar si estamos dispuestas a hacerlo.

Si debes vincularte con una persona intransigente…

Elige qué batallas quieres dar si te vinculas con alguien intransigente. No te pongas como objetivo hacer cambiar de opinión a alguien así. Más bien piensa qué debes resolver con ella y pasa de largo del resto.

Cuando te dirijas al otro, no le señales su intransigencia como un rasgo de su persona, sino de su comportamiento o conducta. Es decir, evita frases del tipo “eres intransigente”, ya que suelen cerrar la escucha y generan amenaza. Es mejor decirle “me parece que tu manera de ver este asunto es un poco cerrada”.

Cuida tus emociones. Conversar con alguien que la pone difícil suele desencadenar una catarata de emociones si no logramos gestionarlas.

De modo que es importante que vayas prestando atención a cómo te sientes y puedas expresarlo. Más allá de que las personas podemos opinar distinto, no permitas la falta de respeto. Ten en claro los límites.

No existe una única verdad

En una conversación en la que dos personas crean que su verdad es absoluta, se tornará difícil llegar a un acuerdo. Lo cierto es que cada cual tiene sus propias creencias y pensamientos, que son matizados de acuerdo a las experiencias.

Por lo tanto, es conveniente no dar nada por sentado ni por obvio. Esto no implica necesariamente estar de acuerdo, pero sí escucharse y respetarse.

Por último, la intransigencia no solo deriva en un empobrecimiento intelectual por la rigidez y la cerrazón. Con frecuencia, también termina en conflictos interpersonales.

Quizás el objetivo no sea ese, pero lo que se recepta del otro lado tiende en esa dirección. Por lo que es importante tener en cuenta que las opiniones deben ser valoradas, más allá de que no estemos de acuerdo.