Antes, cuando se pensaba en adicciones se vinculaba de inmediato al consumo problemático de sustancias. Sin embargo, esa idea se fue ampliando a la luz de los cambios sociales. Por eso se empezó a barajar el concepto de adicciones comportamentales. Entre ellas se incluye la adicción al móvil.

Las estadísticas son bastante contundentes en ese sentido. Según la VI Edición del Estudio sobre Adicción al Móvil en España los valores son los siguientes:

El 60 % de los españoles reconoce que lo primero y lo último que hace cada día es mirar su teléfono móvil.
7,1 millones de españoles se considera adicto al móvil, es decir, cerca del 25 % de la población entre 18 y 65 años.
Síntomas de la adicción al móvil

Conocida como nomofobia (no mobile phobia por sus siglas en inglés), aún no existe consenso sobre el tema ni se encuentra incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). Pero hay preocupación acerca del impacto que tiene en diferentes ámbitos de la vida.

Incluso, se compara la adicción al móvil con la adicción al juego, que sí se encuentra especificada en dicho Manual. Algunos de los síntomas que se reconocen en común son los siguientes:

Ansiedad o angustia cuando no se cuenta con el dispositivo. Este síntoma es comparado con el síndrome de abstinencia. Hasta que la persona recupera su móvil siente ansiedad, enojo y nerviosismo.

Imposibilidad de controlar el uso. La persona reconoce que, aunque lo intenta, la situación la supera y no puede dejar de chequear de manera constante el móvil.

Descuidar otras áreas importantes de la vida, como la salud, las relaciones sociales o los estudios.

Las personas de su entorno social le manifiestan a menudo su preocupación por el uso que hace del móvil o incluso por el bajo rendimiento en otras áreas de su vida en las que antes solía irle bien.

¿Qué dicen los estudios sobre la adicción al móvil?

Si bien aún se discute si se trata de una adicción comportamental o de un abuso, existen ciertas coincidencias en torno a lo que genera la abstinencia del móvil.

Es decir, el efecto que tienen los dispositivos se compara con el de las sustancias. El cerebro necesita chequear las redes sociales o tener el teléfono para sentirse bien. Se repiten los fenómenos de tolerancia y de abstinencia. Incluso, en algunos casos surgen mentiras y ocultamientos en torno a ese comportamiento.

Especialistas alertan acerca de sus posibles efectos en el tiempo y mencionan que, si bien no está considerada en el DSM-V, podría incluirse dentro de los trastornos adictivos no relacionados con sustancias.

En relación al móvil, la explicación de por qué podría tratarse como una adicción tiene que ver con la respuesta que se dispara cuando la persona tiene el móvil consigo: una sensación de placer y refuerzo. El inconveniente surge porque se trata de un objeto plenamente incorporado a la vida diaria, que aporta numerosas ventajas y que parece inofensivo.

Posibles consecuencias de la adicción al móvil

Entre las consecuencias más importantes se encuentran las afectaciones de las áreas personal y social. Muchos pasan horas y horas scrolleando las publicaciones de las redes sociales, en lugar de responsabilizarse y cumplir con sus tareas. Por lo que tras un tiempo, sienten una especie de vacío o agobio por todo el tiempo perdido.

Por otro lado, también pueden presentarse problemas de ansiedad, depresión, trastornos del sueño y comportamientos impulsivos.

El aumento del estrés se ha señalado como una consecuencia, en especial en aquellos casos en los que se trabaja a través del móvil. Las personas dejan de tener un límite claro entre su vida personal y laboral, sin posibilidades de desconexión.

También se registran dificultades para concentrarse y focalizar en la tarea que se realiza, ya que se chequean de manera constante las notificaciones y las redes sociales.

El hecho de prestar más atención al móvil que a las conversaciones con la familia o con las amistades no solo resulta ofensivo, sino que limita en las interacciones; no nos permite conectar con la conversación y empieza a dejarnos fuera de la vida real.

Por otro lado, tampoco deben dejarse de lado las consecuencias física del uso del móvil:

Dolor en las articulaciones y dedos.
Mala postura corporal que provoca dolor de cuello y hombros.
Cefalea.
Sensación de ojos secos y vista cansada.

 

¿Cómo terminar con esta adicción?

Abordar la adicción al móvil no implica la cancelación total de su uso, ya que eso sería utópico. No solo tienen un fin social, sino que también se emplean para el trabajo y la educación, entre otras cosas.

Sin embargo, es necesario relativizar su importancia y asignarle el lugar que tiene. Es un dispositivo que no hay que sobrevalorar, así como también es bueno fijar una cantidad de tiempo determinada de uso.

También se pueden eliminar las aplicaciones del móvil que son innecesarias. Otra opción es apagar el teléfono cierta cantidad de horas.

Por otro lado. reservar tiempo para actividades deportivas o recreativas que no impliquen el uso del teléfono es una forma de alejarlo. Estas pueden ser visitas a parientes, correr en el parque o lo que sea de preferencia de cada uno.

También se pueden llevar distintas medidas a nivel grupal, de tal manera que se fomente el cambio. Por ejemplo, una reunión familiar o de trabajo en la que ninguna de las personas lleve a la mesa el aparato. En el caso de las familias con niños y niñas menores, también se recomienda que los adultos sean modelos de uso.

No se trata de impedir el uso del móvil, sino de adecuarlo

No se trata de estigmatizar el uso del móvil ni mucho menos. Las facilidades que ofrece el dispositivo son innegables, conectando a miles de personas, permitiendo continuar con el trabajo, los estudios y el contacto familiar.

De lo que se trata es de reeducar y adecuar su uso, de tal forma que permitamos que no interfiera con otras áreas de la vida.