Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La historia que estás por leer no es solo una crónica de desastre ambiental, sino un grito urgente para despertar. No se trata de fatalismo, sino de una realidad que podemos cambiar si actuamos ahora. La doctora Bricia ElAwar, fundadora de la iniciativa “Juntos Limpiemos El Río Bravo”, ha dedicado los últimos tres años a una lucha binacional por sanear uno de los cuerpos de agua más importantes para México y Estados Unidos. Pero su esfuerzo va más allá de limpiar un río; es una batalla por la salud, la vida y el futuro de las generaciones que vienen.

Con más de una década de servicio a la comunidad a través de Rotary International, la labor de Bricia en el campo médico dio un giro radical en 2021. La pandemia del COVID-19 no solo la afectó a nivel profesional, sino que la sumió en noches de insomnio, preocupada por el mundo que sus hijos y nietos heredarían. “No podía dormir pensando en lo que estamos dejando a las generaciones futuras”, recuerda.

  • La urgencia climática y su impacto en el río

El cambio climático es una realidad que avanza sin pausa. Según Bricia, el calentamiento global está derritiendo los polos a un ritmo alarmante, elevando el nivel del mar y causando desastres naturales cada vez más intensos y frecuentes. “La pérdida de biodiversidad y la catástrofe ambiental es inminente si no actuamos ya”, afirma con firmeza. Para ella, el estado del Río Bravo es solo un síntoma de una enfermedad mayor: la falta de conciencia sobre el cuidado del agua, el recurso más preciado de la humanidad.

  • El nacimiento de una iniciativa binacional

La pandemia fue el catalizador que transformó las preocupaciones ambientales de Bricia en acción concreta. Aunque ya llevaba dos años dándole vueltas a la idea de limpiar el Río Bravo, fue en 2021 cuando decidió dar el primer paso. “Pensé que sería mejor contactar a mis amigos rotarios con quienes ya había trabajado en proyectos anteriores”, comenta.

Bricia, quien es dentista de profesión, había trabajado en proyectos humanitarios en diferentes partes de México, como Ensenada y Ciudad Juárez, enfocándose en causas como el tratamiento del labio leporino. Sin embargo, el deterioro ambiental del río la llevó a cambiar su enfoque por completo. “No podía creer lo grave que era la situación. En México tenemos un problema enorme con el agua potable, y estamos contaminando lo poco que nos queda”, reflexiona.

Así fue como en junio de 2021, organizó la primera limpieza binacional del Río Bravo, en la que participaron más de 500 personas en seis ciudades. “Todo el mundo asistió con máscaras. Fue increíble ver a tanta gente unida por una misma causa”, recuerda con emoción.

Foto cortesia endplasticsoup.org

 

La segunda limpieza fue aún más exitosa, con la participación de más de 1,000 personas en nueve ciudades. Sin embargo, no es un trabajo fácil. “El río Bravo no solo enfrenta problemas de contaminación, también es una zona de narcotráfico, trata de personas y migración”, explica Bricia. Antes de cada limpieza, deben obtener la aprobación de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) y coordinarse con al menos 10 instituciones, incluyendo el Ejército y la Policía.

 

Foto cortesia endplasticsoup.org

 

  • Los frutos del esfuerzo y los desafíos persistentes

A lo largo de estos tres años, la iniciativa ha logrado plantar alrededor de 800 árboles y ha llevado a cabo seis limpiezas en distintas áreas del río. En algunos lugares, los líderes comunitarios han logrado mantener las zonas limpias y han desarrollado proyectos adicionales para continuar con la labor ambiental.

Sin embargo, no todas las historias son de éxito inmediato. En abril de 2024, Bricia y su equipo acudieron a la laguna en El Mezquital, en el municipio de Río Bravo, para realizar una limpieza masiva. “Sacamos 51 toneladas de basura”, dice con tristeza. Entre los desechos, encontraron llantas, sillones, colchones y todo tipo de enseres domésticos. “Lo más trágico es que esa es agua fresca que podría tener peces, pájaros, patos. Es una laguna que podría estar llena de vida, pero está completamente contaminada”, lamenta.

A pesar de los esfuerzos, muchas de las áreas que han sido limpiadas y reforestadas vuelven a llenarse de basura al poco tiempo. La laguna en Benito Juárez y la de Independencia, que fueron limpiadas hace un año, hoy se encuentran nuevamente cubiertas de desechos.

  • Un ciclo de contaminación que afecta la salud

Bricia no solo está preocupada por el medio ambiente, sino también por la salud de las comunidades que dependen de estas aguas. “En estas áreas hay un alto nivel de cáncer, y no es una coincidencia”, afirma. “La basura se quema, el agua fresca está contaminada, y todo eso termina en los mantos acuíferos de donde bebemos. ¿Cómo no vamos a enfermar?”, se pregunta retóricamente.

El problema es sistémico. El drenaje de las ciudades va a parar directamente al río, y esa misma agua es la que se usa para regar cultivos y dar de beber al ganado. “Es un ciclo vicioso”, afirma. “El líquido más preciado del mundo lo estamos echando a la basura”.

  • Un llamado a la acción

Para Bricia, la solución está en nuestras manos, pero requiere un cambio profundo en nuestra mentalidad. “Estamos tratando de mejorar las condiciones del río para nosotros mismos, para nuestras propias comunidades”, dice. Pero el tiempo apremia. El Río Bravo, con sus más de 3,000 kilómetros de extensión, es solo una pequeña parte del problema global, pero también puede ser el inicio de la solución si actuamos de manera conjunta.

La doctora ElAwar insiste en que la clave está en la educación y la concienciación. “Si no agarramos la onda, seguiremos en este círculo de destrucción”. El mensaje es claro: salvar el río es salvarnos a nosotros mismos. ¿Qué estamos esperando para actuar?