El peso mexicano cerró 2022 como la segunda de las únicas cuatro monedas apreciadas frente al dólar estadounidense, aunque los factores externos que la mantuvieron fuerte este año podrían jugarle en contra en 2023, consideraron especialistas.
Mientras la libra esterlina, el euro y los pesos de Colombia y Chile tocaron mínimos históricos en el año, la moneda mexicana terminó la última jornada del año en 19.50 unidades por billete estadounidense, según el Banco de México, una apreciación del 5 por ciento frente a los 20.53 de la primera jornada.
Pero la esperada recesión para 2023 en Estados Unidos, el principal socio comercial de México, amenaza la resistencia del peso.
“Durante los últimos meses el peso mexicano se mantuvo entre las únicas cuatro monedas que mantuvieron ganancias frente al dólar, y está jugando entre el primer y segundo lugar dentro del tablero de las monedas ganadoras, junto con el real brasileño”, subrayó en entrevista Janneth Quiroz, subdirectora de Análisis Económico en Grupo Financiero Monex.
Detalló que al igual que el peso también se apreciaron el rublo ruso, el real brasileño y el sol peruano, “de tal manera que únicamente las monedas de países emergentes presentaron ganancias y, dentro de ellas, lo hicieron tres latinoamericanas”.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, presumió la fortaleza del peso como uno de los reflejos de la estabilidad de gobierno.
“Esto es excepcional, único, no se veía en 50 años, en los últimos tiempos el franco suizo nada más está arriba, pero la segunda moneda más apreciada con relación al dólar es el peso”, resaltó en su rueda de prensa matutina.
Gabriela Siller, directora de Análisis Económico y financiero del Banco Base, dijo que el peso mexicano tuvo “un desempeño mejor a lo esperado” en el año.
Señaló que este avance fue impulsado principalmente por factores externos, como crecimientos de doble dígito anuales en las exportaciones y las remesas, alcanzando niveles máximos históricos.
Tambén enunció la llegada récord de inversión extranjera directa (IED) por la oportunidad de reubicar las cadenas de valor, el fenómeno del “nearshoring”, y el crecimiento en la inversión extranjera de cartera, a partir del tercer trimestre.
“Y estos flujos, principalmente las exportaciones, son lo que provocaron la apreciación del peso mexicano”, comentó.
Siller dijo que “obviamente” también hubo volatilidad “debido a las presiones inflacionarias, los incrementos en la tasa de interés y uno que otro susto también por la política económica interna de México”.
Quiroz explicó que las exportaciones no petroleras han crecido casi 20 por ciento hasta octubre, como la principal fuente de ingresos de dólares al país, seguida de las remesas, con un crecimiento anual de casi 15 por ciento, y el avance en la IED.
Dijo que también factores como las exportaciones petroleras beneficiaron al tipo de cambio ante el incremento del precio del petróleo internacional, con un alza en este indicador del 40 por ciento, además de un incremento de más de 70 por ciento en el turismo internacional y el “famoso diferencial de 600 puntos base que existe entre las tasas de Estados Unidos y de México”.
“Este diferencial ha propiciado que los inversionistas extranjeros consideren que es una prima lo suficientemente grande como para asumir el riesgo de invertir en un país emergente como México, de ahí que esta tasa, que hoy por hoy alcanzó un nivel del 10.5 por ciento en México, también luzca bastante atractiva”, indicó.
Ambas especialistas coincidieron en que 2023 será un año “retador”, ya que se estima una recesión en Estados Unidos, principal socio comercial de México, y se espera que se desaceleren las exportaciones, las remesas y la IED, entre otros factores.
“Con esto, creemos que el tipo de cambio para 2023 se ubicará la mayor parte del año por encima de los 20 pesos por dólar, por encima de los 20.50 creemos que ya sería un escenario pesimista”, expresó Siller.
Quiroz, por su parte, matizó que la esperada recesión en la economía más grande del orbe será “ligera y poco profunda”, con una temporalidad corta, aunque no descartó que “provocará incertidumbre”.
Siller agregó que para 2023 ya empezará a tomar más relevancia la percepción sobre la política interna de México rumbo a las elecciones presidenciales de 2024
Mientras que Quiroz destacó que el aprovechamiento del “nearshoring” puede mitigar el impacto del estancamiento de la economía estadounidense.
“El reacomodo de las cadenas podría contrarrestar parcialmente los efectos negativos que pudiera tener una contracción económica de Estados Unidos”, indicó Quiroz.