La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador busca la independencia energética de México. Que el petróleo sea usado en casa, que los mexicanos no tengan que comprar gasolina o gas natural extranjero.
¿Cómo van las cosas? Ésta es la versión del gobierno de Estados Unidos:
“En 2021, la energía representó el 15 por ciento del valor de todas las exportaciones de Estados Unidos a México. El valor de las exportaciones de energía de Estados Unidos a México totalizó 42 mil millones (de dólares) en 2021, el valor más alto en los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, que comenzó en 1996″.
Según hechos recopilados en un informe de la Agencia de Información Energética (EIA) del país vecino, publicado el viernes.
El título del texto es el siguiente: “En 2021, el valor del comercio de energía entre Estados Unidos y México alcanzó un máximo de nueve años”.
Los mexicanos siguen “vendiendo naranjas y comprando el jugo” a los estadounidenses, una analogía que usa el presidente Andrés Manuel López Obrador para referir la ironía de que Pemex venda petróleo crudo que regresa “cocinado”, convertido en gasolinas, diésel, turbosina, petroquímicos…
Hasta medio sexenio gubernamental, esa tendencia de importaciones se acentuó a un punto que quizá tocó el techo. Es el pago de las decisiones tomadas en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, que descuidó las inversiones en Pemex, tanto en producción de petróleo como en la refinación del mismo.
El actual, puede ser el máximo punto al que probablemente llegará la subida de importaciones, a decir de cifras recientes entregadas por la empresa petrolera del Estado que revelan un aumento en la producción de gas natural y una elevación paulatina en la producción de petrolíferos en las refinerías mexicanas. La entrada en funcionamiento del complejo de Dos Bocas, en Tabasco, debe acentuar el cambio de destino.
Pero eso es perspectiva. Hasta ahora en los hechos, no hay mucha diferencia en el rumbo de las cosas. México, en efecto, vende todavía un buen volumen de esta materia prima, aunque ese factor de contrapeso disminuye rápidamente:
“El petróleo crudo representó el 82 por ciento del valor de las importaciones de energía de Estados Unidos desde México en 2021. Las importaciones de petróleo crudo de Estados Unidos desde México promediaron 583 mil barriles por día” detalla la EIA.
“Aunque por volumen esta cantidad disminuyó en comparación con 2020, el valor de las importaciones de petróleo crudo de Estados Unidos desde México aumentó a 13 mil millones (de dólares) en 2021, en consonancia con los aumentos del precio mundial del petróleo”, aclara el informe escrito por la analista Natalie Kempkey, que reconoce que de sur a norte, cierta dependencia sigue ahí.
Durante la década pasada conversé alguna vez con un comisionado de la Comisión de Vías Férreas de Texas (Railroad Commission of Texas), esa institución es responsable de los ductos con los que México intercambia gas natural proveniente del norte del continente.
Le pregunté si ante la escasez de esos días que los vecinos sufrían de ese hidrocarburo, existía el riesgo de que ellos cerraran la llave. Su respuesta fue más bien, a modo de pregunta: “¿Si nosotros cerramos esa llave, qué harían ustedes? Nos cerrarán la de petróleo”, contestó. Eso fue al inicio del siglo, pero la situación cambia rápidamente, pues el insumo que ellos necesitan es cada vez menos importante.
“Como la producción de petróleo crudo de México ha disminuido en los últimos años, la disponibilidad de petróleo crudo para exportar a los Estados Unidos también ha disminuido”, alerta Kempkey en el documento de la EIA.
México cada vez vende menos petróleo a los del norte y antes de los resultados que pueda dar Dos Bocas, la compra de productos derivados del petróleo importados por México, sigue aumentando.
Crecieron de un mínimo de 19 mil millones de dólares en 2020 a 31 mil millones en 2021, alertó el gobierno del país vecino. Esa es la realidad y cambiarla depende de las decisiones y de la eficiencia en la ejecución del gobierno actual.