El aislamiento social impuesto por la pandemia por COVID-19 ha dejado una estela de trastornos emocionales provocados por problemas económicos, de desempleo, violencia en el entorno familiar entre otros que han sido detonantes de crisis de ansiedad, estrés, depresión.

 

Soraya Sánchez Díez de Pinos, titular del departamento de salud mental y adicciones, refiere que por lo anterior las consultas de salud mental han ido a la alza en los centros hospitalarios.

Considera que es determinante detectar los factores de riesgo y actuar en consecuencia ya que los daños que en la salud mental deja el encierro puede tener graves dentonantes en donde el suicido puede ser una consecuencia.

 

En este contexto, según cifras manejadas por la Fiscalía General de Justicia en el estado en el 2020 cuando la pandemia se suscitó, el reporte de suicidios fue de 223, mientras que en el 2019 fueron 169.

Díez del Pino, hace referencia a que los riesgos de suicidio son motivados entre otras causas por el aislamiento social que provoca una falta de conexiones sociales, la familia y los amigos están distantes, y hay un sentimiento de soledad.

Otra causa es la barrera para el tratamiento de salud mental, ya que los hospitales están priorizando la atención de personas con COVID-19, las citas están canceladas y se mantiene restricción para niños y personas vulnerables.

Asimismo se considera que el bombardeo informativo que se tiene sobre el COVID-19 llega a estresar a las personas, que en encierro llegan a tener cuadros de depresión, estrés que lastima su salud emocional.

 

Sustenta que existe un vínculo muy estrecho entre el suicidio y los trastornos mentales (en particular los trastornos del estado de ánimo y el consumo de alcohol). Sin embargo, muchos suicidios se producen impulsivamente en momentos de crisis que menoscaban la capacidad del sujeto, para afrontar tensiones extremas, tales como los problemas financieros, las rupturas de relaciones interpersonales o el sufrimiento asociado a enfermedad crónica degenerativa y/o terminal.

Además, las experiencias relacionadas con conflictos, desastres, violencia, abuso, pérdidas y sensación de soledad están estrechamente ligadas a conductas suicidas. Las tasas de muerte por suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables u objeto de discriminación.