En sólo seis años, de no aminorar la sequía extrema que azota a Tamaulipas, por lo menos 7 de cada 10 municipios del Estado quedarán prácticamente sin agua, inclusive para el consumo humano.
En información analizada por la Comisión Nacional del Agua, con base en un estudio de un organismo no gubernamental (ONG) conocido por sus siglas, WRI, el futuro a mediano plazo de la mayor parte de la Entidad es sombrío en niveles de catástrofe: 32 fundos municipales se incluyen en un proceso de desecación que podría alcanzar su “pico” en las cercanías del 2030.
En estos momentos en Ciudad Victoria decenas de colonias dependen del suministro de pipas y en la zona semiárida varios municipios llevan días sin acceso al líquido. Asimismo, seis son prioridades: Reynosa, Guerrero, Mante, Miquihuana, Palmillas y Tula, ya que sufren grave estrés hídrico, con más del 80% de problemas relacionados con el agua. Otros 15 se encuentran en alerta naranja, con problemas que afectan entre el 40% y el 80% de su territorio
En cifras exactas de acuerdo a ese reporte, el 74 por ciento de los 43 municipios enfrentarán en ese sexenio climático la más grave de sus crisis hidráulicas en su historia. No sólo en el abasto a la población, sino en consecuencias graves en la producción de alimentos derivados de la agricultura y ganadería por la falta de lluvias, ríos sin caudal e inexistencia de reservas en las presas.
El World Resources Institute hace énfasis en ese estudio que se debe valorar la urgencia de adoptar estrategias y medidas radicales para enfrentar el desabasto de ese recurso natural.
En ese contexto, el mapa Aqueduct Water Risk Atlas, publicado por el organismo mencionado, pronostica el agravamiento extremo del estrés hídrico en Tamaulipas, que, de no atenderse de inmediato, para 2050 alcanzará al resto de Tamaulipas, al igual que otras zonas del país afectadas también por la sequía.