En los años cuarenta, la estación de tren en Ciudad Victoria simbolizó la llegada del progreso. Fue pilar económico, social y comercial en la capital tamaulipeca.

Por sus andenes bajaban granos y semillas, mientras familias completas viajaban en los vagones de pasajeros. El bullicio se completaba con la venta de alimentos y productos locales.

Hoy, en contraste, el inmueble histórico enfrenta el deterioro. Sus muros desgastados son testigos de un esplendor que poco a poco se desvanece en la memoria colectiva.

“Era Muy bonito porque aquí descargaban los trenes… traían maíz, frijol, sal en grano… era una vida muy bonita”, dijo la señora Zapata habitante de la zona.

Mientras el comercio prospera en las calles aledañas, la vieja estación permanece inmóvil, atrapada entre la nostalgia y el olvido.

Más allá de su deterioro, conserva un valor cultural y turístico innegable. El futuro marcará si este patrimonio ferroviario se rescata como símbolo de identidad… o si termina condenado al olvido.