Entre el relajo de la ciudad y el escándalo del tráfico, hay un sonido que ya casi no se escucha: el silbato del afilador.

Bernardino Ortiz Ortega es de los pocos que todavía andan de un lado a otro con su bicicleta y esmeril al hombro, dándole nueva vida a cuchillos y tijeras con la experiencia que le han dado más de 30 años en el oficio.

“Ya casi no hay, aquí no hay. Hay una persona aquí en Victoria, pero nada… Para mí no la hace”, dice con seguridad. Y es que para él, afilar no es nomás pasar la herramienta por la piedra; es dejarla bien lista sin rayarla ni arruinarla.

Cada dos meses, Bernardino inicia el viaje desde Tulancingo, Hidalgo, hasta Ciudad Victoria. “Me fui en diciembre y volví en enero, y ahora llegué el lunes otra vez”. Pero no llega en un solo viaje, en el camino pasa por varios municipios, incluyendo Tampico, donde también tiene clientes que ya lo esperan.

“Estuve allá por la Avenida del Valle, por Campestre… Sí, ya tengo mis clientecillos aquí”, comentó.
Su ruta es la misma desde hace años, aunque los afiladores han ido desapareciendo. “Antes veníamos seis, cinco personas del pueblo para acá, pero ya no quieren salir. Agarraron sus clientes allá y se quedaron”. Pero él no, él sigue firme en su chamba.

Si algún cuchillo o tijera ya no corta ni un tomate, Bernardino se puede localizar en el número 7751889363, con lada de Tulancingo, Hidalgo. Seguramente pronto escuchas su silbato por las calles de Victoria.