Victoria, Tamaulipas – En 2017, el penal de Victoria fue escenario de diversos hechos de violencia, convirtiéndolo en uno de los más peligrosos en todo el país.
Ese año un motín dejó cuatro internos muertos y más de una decena de heridos.
Las balas cruzaban, no solo dentro de los muros del penal, también en la zona de acceso, sembrando pánico entre custodios, internos y familiares.
Alumnos de distintos planteles y oficinas públicas vecinas, eran evacuados en medio de los balazos entre internos y elementos de seguridad pública estatal.
Apenas tres meses antes, 29 reos habían escapado por un túnel de 40 metros, emcendiendo los focos rojos en el CEDES.
Solo 12 de los reos fugados, fueron recapturados por las autoridades, al perderse entre la mancha urbana que rodea este centro penitenciario.
La prisión estatal se encontraba en crisis: sobrepoblación, corrupción y violencia marcaban el rostro del sistema penitenciario en la Capital del Estado.
Ocho años después, la realidad es otra.
Los Centros de Ejecución de Sanciones (CEDES) de Tamaulipas han dado un giro de 360 grados; Hoy, en lugar de fugas o autogobiernos, se habla de reinserción, capacitación y derechos humanos.
Actualmente, los cinco penales del Estado operan sin sobrepoblación.
Más de 3 mil 800 hombres y 230 mujeres cumplen su sentencia en condiciones dignas, con acceso a formación educativa, atención médica y oportunidades laborales.
Tan solo entre 2024 y 2025, se han entregado más de 9 mil constancias de capacitación.
En el CEDES Victoria se habilitó por primera vez un aula virtual, y las mujeres privadas de la libertad cuentan con el programa Video Academia, un espacio para el aprendizaje a distancia.
Los menores en brazos que viven al interior con sus madres, reciben el mismo trato, incluso con una dieta especial de comida y atención médica.
En materia de salud, la atención es integral, desde chequeos de rutina para las personas privadas de su libertad (PPL) hasta exámenes sanitarios en áreas sensibles como las cocinas, para garantizar una alimentación digna.
Las cifras también hablan de un cambio cultural, casi 2 mil 300 participaciones en actividades deportivas y más de 1 mil100 en expresiones artísticas y culturales, que reflejan que la reinserción va más allá del discurso común del “todo está bien”.
En apenas dos años, Tamaulipas pasó del último lugar (32) al puesto 15 a nivel nacional en la evaluación penitenciaria de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y, por primera vez, con una calificación aprobatoria.
Una de las señas de identidad del nuevo modelo es la marca penitenciaria “Manos Tamaulipecas”, una iniciativa que agrupa productos hechos a mano por personas privadas de la libertad.
Se trata de artesanías, bordados y piezas utilitarias que buscan no solo vender, sino contar historias de transformación.
Tamaulipas pasó de los túneles de fuga al camino de la reinserción.
Porque detrás de cada muro también hay manos que trabajan y vidas que quieren cambiar.