Desde el año 2000, el rechazo a las vacunas ha ido en aumento, marcado una de las dificultades más complejas para los especialistas.
Este fenómeno, no solo ha alimentado la propagación de enfermedades prevenibles, sino que también contribuyó a la crisis sanitaria global provocada por el COVID-19, que resultó en la muerte de más de 14 millones de personas en el mundo.
El doctor Daniel Carmona Aguirre, especialista en epidemiología, explicó que para estar protegido contra diversas enfermedades, es fundamental que las personas completen su esquema de vacunación, especialmente en un momento en el que se han registrados varios casos de sarampión.
En específico, el brote de sarampión en Texas, Estados Unidos, que ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias.
“Falta de cultura de la vacunación, hemos olvidado eso”, señaló.
Según su testimonio, desde el año 2000 surgió una tendencia negativa hacia las vacunas, iniciada en gran parte en Inglaterra, donde empezó a ganar fuerza la creencia errónea de que las vacunas son peligrosas y que provocan enfermedades en los niño.
Esto, a su vez, llevó a que muchos padres de familia optaran por no vacunar a sus hijos, originando un fenómeno de creciente desconfianza en los procesos de inmunización.
Según Carmona, este rechazo ha generado la formación de grandes grupos de niños sin vacunar, lo que facilita la propagación de enfermedades que, en condiciones normales, podrían haberse prevenido.
También hizo un llamado a la población para que esté preparada ante cualquier brote que pueda poner en riesgo la salud pública, haciendo énfasis en enfermedades como el sarampión y la tos ferina.
“En Tamaulipas hay mucha gente que le falta la vacuna del sarampión, muchos niños no están vacunados por este mismo fenómeno. No es un problema de falta de vacunas, sino de que los padres no llevan a sus hijos a vacunar”, aseguró.
De acuerdo con los datos históricos, la última epidemia significativa de sarampión en México ocurrió entre 1989 y 1990, con 89 mil163 casos registrados.