El gobierno de Francia se retractó el jueves de ordenar un estricto confinamiento en París y varias regiones más, pese a una situación cada vez más alarmante en los hospitales con un incremento de los pacientes contagiados de COVID-19. En lugar de ello, anunció diversas restricciones y redujo el toque de queda nacional en una hora.

Las autoridades están alentando a salir a tomar aire fresco, lo que significa que las personas que viven en la región de París y en el norte del país pueden caminar todo lo que quieran cada día, siempre y cuando sea dentro de un radio de 10 kilómetros (6 millas) de sus viviendas y con un documento que autorice el paseo.

Las tiendas, sin embargo, sí sentirán los efectos, pues todos los negocios no esenciales — aunque no las librerías — cerrarán sus puertas. Nada va a cambiar en las escuelas, que seguirán abiertas.

El primer ministro Jean Castex anunció las nuevas reglas, que entran en vigor el viernes a medianoche y durarán al menos cuatro semanas.

Anunció además que los franceses podrán vacunarse con la inyección de AstraZeneca a partir del viernes por la tarde, y que él mismo se inoculará “para mostrar que podemos tener confianza total”. Castex hizo una excepción para sí mismo en la regla de edad, colocándose delante en la fila de quienes esperan vacunas, actualmente reservada para las personas de 75 años o mayores y aquellas con severos problemas de salud.

Francia y algunos otros países suspendieron brevemente el uso de la vacuna de AstraZeneca por temores de que genere coágulos, y van a reanudarlo ahora que la Agencia Europea de Medicamentos dio la luz verde el jueves.