Un año después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, el presidente de ese país, Volodímir Zelenski, busca alianzas en todo el mundo para arrinconar más a Rusia en la esfera internacional, pero en Latinoamérica reina aún la cautela ante lo que podría implicar, a la larga, para su estabilidad.
El presidente ucraniano tiene bien atados los apoyos de Occidente, pero necesita ir más allá y en la región puede encontrar históricos “amigos” de Moscú que, aunque han condenado la invasión, no han pasado de las palabras a la acción. Y la tarea no es fácil.
Quizá el país más firme en su condena y en su disposición diplomática haya sido Chile. Su presidente, Gabriel Boric, ha condenado con dureza la “agresión” de Rusia y ha trasladado personalmente a Zelenski “todo el apoyo de Chile en temas humanitarios”.
En el primer aniversario de la invasión el pasado 24 de febrero, Boric envió su “solidaridad” al pueblo ucraniano y publicó en sus redes sociales: “La paz se debe basar en el respeto al derecho internacional y los derechos humanos”.
Octavio González, académico del Departamento de Política y Gobierno de la Universidad Alberto Hurtado en Chile, indicó a EFE que Boric siempre ha sido “consistente” y “contundente” en sus condenas a Rusia.
Al comienzo de la invasión, Argentina tenía buenas relaciones bilaterales con Rusia, pero con el avance del conflicto, el Gobierno de Alberto Fernández terminó condenando en diversos foros la invasión rusa a ese país y denunciando los enormes costos económicos que ha provocado, especialmente en Latinoamérica.
Sin ir más lejos, la semana pasada Argentina hizo un “urgente llamado a un cese de hostilidades” y a retomar la mesa de negociaciones.