BRUSELAS.— Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) y el Parlamento Europeo acordaron un mecanismo inédito para reverdecer las importaciones industriales en Europa, tasando las emisiones de carbono vinculadas con su producción.

Llamado comúnmente “impuesto al carbono en las fronteras”, aunque no se trata propiamente de un impuesto, este mecanismo sin precedentes a esta escala consistirá en aplicar los mismos criterios ambientales de la UE, donde los industriales compran sus “derechos para contaminar”

El sistema afectará las importaciones de los sectores considerados más contaminantes como el acero, el aluminio, el cemento, los fertilizantes, la electricidad o el hidrógeno, indicaron en sendos comunicados el Consejo Europeo y el parlamento comunitario.

A raíz de la subida de precios de la tonelada de CO2, la idea es evitar un “dumping ecológico” que lleve a los industriales a deslocalizar su producción fuera de Europa y animar al resto del mundo a adoptar los estándares europeos.

Este dispositivo de “ajuste del carbono en las fronteras” (CBAM, por sus siglas en inglés) “será un pilar crucial de las políticas climáticas europeas, es uno de los únicos mecanismos de los que disponemos para animar a nuestros socios comerciales a descarbonizar su industria”, explicó el eurodiputado Mohammed Chahim (socialdemócratas), negociador del Europarlamento.

En la práctica, el importador deberá declarar las emisiones directamente vinculadas con el proceso de producción y, si éstas superan el límite europeo, comprar un “certificado de emisión” a los precios del CO2 en la UE.

En caso de que exista un mercado de carbono en el país exportador, sólo deberá pagarse la diferencia.

El acuerdo indica que el mecanismo tendrá en cuenta también las emisiones “indirectas”.

De acuerdo con datos de la Comisión Europea, referentes a la lucha contra cambio climático, los países que podrían verse más afectados con la medida son China, Rusia, Turquía y Reino Unido.

El acuerdo forma parte de un conjunto de leyes con el objetivo de reducir al menos 55% de emisiones contaminantes de aquí a 2030 y conseguir que para 2050, Europa sea una región climáticamente neutral”.

A principios de diciembre, la Unión Europea (UE) selló otro acuerdo pionero que prohibirá importar productos que hayan contribuido a la deforestación, como el cacao, el café o la soya en ciertas regiones.

El diario estadunidense The New York Times destacó sobre esta medida que “si un solo país intenta imponer políticas de reducción de emisiones a nivel nacional, corre el riesgo de que, por ejemplo, sus fábricas de acero y cemento se enfrenten a costos más elevados y comiencen a estar en desventaja ante competidores extranjeros con normas medioambientales más laxas”.

Si la producción de acero y cemento se desplaza al extranjero, la política climática se vería perjudicada, ya que esas fábricas extranjeras emitirían tanto o más dióxido de carbono en otros lugares”, destacó.

El sistema se aplicará progresivamente a partir de octubre de 2023, cuando las empresas importadoras deberán empezar solamente a declarar las emisiones de los productos.

La fecha de su puesta en marcha completa dependerá de conversaciones a finales de semana sobre otros aspectos de la reforma del mercado de carbono de la UE.

A medida que el programa avance, la UE suprimirá progresivamente las cuotas de emisión gratuitas otorgadas hasta ahora a los industriales europeos para hacer frente a la competencia exterior.

Los eurodiputados piden iniciar la supresión de las cuotas en 2027 y acabar del todo con ellas en 2032, mientras que los Estados miembros proponen un abandono gradual entre 2026 y 2035.