El papa Francisco, que se sometió a una cirugía de colon el domingo pasado, tiene una salud relativamente buena para una persona de 84 años, a pesar de que le extirparon parte de un pulmón durante su juventud.
Hasta ahora, sufría, sobre todo, por una ciática crónica que le causa dolores en las caderas y que lo ha obligado a renunciar a algunas ceremonias oficiales.
Él mismo llama irónicamente a su ciática “huésped problemático”.
A la edad de 21 años, Francisco casi muere por una pleuresía, según su biógrafo Austen Ivereigh, y por ello, en 1957, le tuvieron que extirpar unos quistes del pulmón.
En un libro publicado recientemente, recordó ese episodio: “entiendo cómo se sienten las personas con coronavirus, que tienen que luchar para respirar mediante ayuda artificial”, aseguró en alusión a su enfermedad juvenil.
En una entrevista con el periodista y médico argentino Nelson Castro, también habló de esa operación, de la que aseguró se había “recuperado por completo” y “nunca lo ha limitado”.
Francisco fue vacunado contra el Covid-19 en enero, así como su predecesor, el anciano Benedicto XVI.
Cuando era arzobispo de Buenos Aires, solía ir con un acupunturista chino por los dolores de espalda, según escribió su biógrafo en mayo pasado en el diario The Tablet Catholic.
También sufrió “cálculos biliares” y en 2004 tuvo un problema cardíaco “temporal” debido a un ligero estrechamiento de una arteria, según su biógrafo.
Sus problemas hepáticos fueron resueltos con un cambio de dieta.
El Papa cojea, algo que se acentúa cuando está cansado, debido a un problema causado por sufrir de pie plano más que por su ciática, explicó Francisco a Nelson Castro para el libro La salud de los papas.
Francisco, quien fue líder de los jesuitas durante la brutal dictadura argentina en la década de los 70, también tuvo que recurrir a apoyo sicológico, con un “sicólogo formidable”, con consultas una vez a la semana durante seis meses para enfrentar su ansiedad.
Ahora la afronta escuchando música de Bach o bebiendo mate, la bebida nacional de Argentina.
El Papa generalmente se acuesta a las 21:00 y lee una hora antes de dormir unas seis horas. Se levanta alrededor de las 4:00 y siempre toma una siesta de 45 minutos después del almuerzo.
La operación del domingo fue con anestesia general y estaba programada; consistió en “una cirugía de estenosis diverticular que involucró una hemicolectomía izquierda” y duró tres horas, informó el vocero papal.
Se trató de una intervención quirúrgica para extirpar una porción del colon.
La cirugía fue decidida para reducir los problemas causados por los divertículos, que son pequeñas hernias en la pared del colon, un problema que aumenta con frecuencia con la edad.
Una de las posibles complicaciones de esta afección es la estenosis, que significa un estrechamiento del intestino.
La hemicolectomía izquierda es una ablación de la parte inferior del colon, la parte de los intestinos conectada al recto.
Según su biógrafo, el Papa habla en forma “libre y transparente” sobre sus problemas de salud, tanto físicos como sicológicos.
¿Se imaginan a otros jefes de Estado como él? ¿A Joe Biden? o ¿La reina de Inglaterra? “¡Qué lejos estamos de la época en que el Vaticano se negó a confirmar la enfermedad de Parkinson que cualquiera podía leer en el rostro de Juan Pablo II!”, escribió en The Tablet Catholic.