El PIB de Estados Unidos creció 2.1% en 2022, de acuerdo con las cifras del Departamento de Comercio, esto apoyado por el consumo, pero con un ritmo más lento al reportado en 2021 con tasas de interés más altas que erosionaron la demanda. En el cuarto trimestre, el crecimiento económico fue de 2.9% a tasa anualizada, menos que el 3.2% registrado en el período inmediato anterior. El sólido crecimiento de la segunda mitad borró la contracción del 1.1% en los primeros seis meses del año.
El gasto del consumidor, que representa más de dos tercios de la actividad económica de Estados Unidos, fue el principal impulsor del crecimiento, reflejando principalmente un aumento en el gasto en bienes a principios del trimestre. El gasto se ha visto respaldado por la resiliencia del mercado laboral, así como por el exceso de ahorro acumulado durante la pandemia de covid-19.
Sin embargo, ese podría ser el último trimestre de crecimiento sólido antes de que entren en vigor los efectos rezagados del ciclo de ajuste de la política monetaria más rápido de la Reserva Federal desde la década de 1980. La mayoría de los economistas esperan una recesión para la segunda mitad del año, aunque leve en comparación con desaceleraciones anteriores.
Las ventas minoristas se han debilitado considerablemente en los últimos dos meses y la manufactura parece haberse unido al mercado inmobiliario en recesión. Si bien el mercado laboral se mantiene fuerte, la confianza empresarial continúa agriándose, lo que eventualmente podría perjudicar la contratación.
A pesar de los claros signos de un traspaso débil al 2023, algunos economistas son cautelosamente optimistas de que la economía evitará una recesión total, sino que sufrirá una recesión progresiva, donde los sectores declinarán por turnos en lugar de todos a la vez.