Un astronauta de la NASA toca con fuerza tres veces a una puerta y grita con entusiasmo: “¿Listos para salir?”.

La respuesta es inaudible, pero debajo de su máscara parece sonreír mientras les abre la puerta a cuatro científicos que han estado alejados de todo contacto humano durante un año, en medio una misión simulada a Marte, que son recibidos entre vítores y aplausos.

Anca Selariu, Ross Brockwell, Nathan Jones y la líder del equipo, Kelly Haston, han pasado los últimos 378 días confinados dentro de un hábitat “marciano” en Houston, Texas, como parte de una investigación de la NASA sobre lo que se necesitará para llevar humanos al planeta rojo.

Han cultivado hortalizas, han hecho caminatas “marcianas” y operado bajo lo que la NASA denomina “factores estresantes adicionales”, como retrasos en la comunicación con la “Tierra”, incluidas sus familias, aislamiento y encierro.

Se trata del tipo de experiencia que haría poner los pelos de punta a cualquiera que haya vivido confinado en la pandemia de covid-19. Sin embargo, los cuatro resurgieron el sábado radiantes, emocionados y con el pelo solo un poco desordenado.

Hola. En realmente maravilloso solo poder saludarlos”, dijo entre risas la bióloga Haston.

“De verdad espero no llorar aquí frente a todos ustedes”, dijo Jones, un médico de urgencias que estuvo a punto de quebrarse al ver a su esposa entre la multitud.

El hábitat, bautizado como Mars Dune Alpha, es una instalación impresa en 3D de 160 metros cuadrados, con dormitorios, un gimnasio, áreas comunes y una granja vertical para cultivar alimentos.

Contaban con un área separada por una esclusa llena de arena roja y donde el equipo se ponía trajes para dar “Marswalks” (caminatas marcianas).

Steve Koerner, subdirector del Centro Espacial Johnson de la NASA dijo a los asistentes que fue un año de “ciencia determinante, la mayor parte basada en la nutrición y en cómo afecta su desempeño”.

“Estoy muy agradecido”, completó.

Esta misión es la primera de una serie de tres planificadas por la NASA agrupadas bajo el título CHAPEA (Misión Análoga de Exploración de Rendimiento y Salud de la Tripulación, por sus siglas en inglés).

Entre 2015 y 2016 se llevó a cabo una misión de un año que simulaba vida en Marte en un hábitat en Hawái, y aunque la NASA participó en ella, no la dirigió.

En el marco de su programa Artemis, Estados Unidos planea enviar humanos de regreso a la Luna para aprender cómo vivir allí a largo plazo y ayudar a preparar un viaje a Marte, que se daría hacia finales de la década de 2030.