Evadirnos. Es uno de los propósitos mágicos del cine. No todas las películas lo consiguen pero, cuando sucede, vivimos experiencias inmersivas para todos los gustos y sentidos. Y La ciudad perdida es una de ellas.

La nueva comedia de Sandra Bullock y Channing Tatum juega en un terreno entre lo cómico, lo romántico y la aventura arqueológica y, sinceramente, hacía tiempo que no me divertía tanto viendo una película en la gran pantalla. Pero tiene truco.

Sandra Bullock interpreta a Loretta, la escritora de una saga de novelas eróticas y arqueóloga frustrada, que a pesar del éxito es completamente invisible para su público por culpa del modelo que ilustra sus portadas. Dash es el personaje y fantasía sexual de sus historias en papel y Alan (Channing Tatum) es el guaperas que lo representa en vida. Ambos se reencuentran en el lanzamiento de la nueva novela, donde las fans están más enloquecidas por el modelo que por la autora o el libro en sí mismo. Y aunque Alan intenta ser cordial y compartir los focos con Loretta, la escritora vive en su mundo de extrañeza e incomodidad, siendo incapaz de ver en él al hombre más allá del personaje.

Pero entonces se tuercen las tornas. Loretta es secuestrada por un magnate caprichoso (en la piel de Daniel Radlciffe) que la obliga a encontrar la tumba de un tesoro antiguo. Debido al pasado de la autora en la arqueología y sus conocimientos sobre esa tumba en particular, aparentemente es la única que puede descifrar los jeroglíficos necesarios para dar con ella. Y entonces comienza una situación de enredos y disparates que van in crescendo e incluyen momentos insólitos como Sandra Bullock acampando en la jungla en un traje de gala brillante, a Radcliffe como villano bufón y a Brad Pitt dándolo todo como rudo mercenario.

Todo esto conforma un cóctel de diversión y evasión asegurada, siempre y cuando no le pidamos más de la cuenta. Es decir, La ciudad perdida es una película a la que no podemos pedirle que nos explique la aventura arqueológica con el detalle de Indiana Jones, ni nos haga vivir el peligro del secuestro que vive Loretta o contagie adrenalina con las escenas de acción de Brad Pitt. No, aquí todo está hecho para dejarse llevar sin tomarse nada en serio. Absolutamente nada.

Porque La ciudad perdida tendrá dosis de comedia, romance, acción y aventuras pero, en realidad, es una sátira de los pies a la cabeza. Sandra Bullock repite con las mismas actuaciones de vecina de al lado entre patosa, incómoda o siempre metiendo la pata, como vimos en tantas comedias suyas desde La proposición a Miss Agente Especial pasando por Amor con preaviso, Mientras dormías y hasta el thriller La red. Y no lo critico, es una de las bazas que la convirtieron en figura constante de la cartelera internacional y todavía le sigue funcionando. Tanto que Tatum le sigue la corriente, adaptándose a la película y el estilo cómico de su compañera de tal forma que todo fluye, sobre todo lo insólito y disparatado.

Es probable que viendo La ciudad perdida muchos espectadores recuerden otras aventuras cómicas como Tras el corazón verde oLa joya del Nilo, pero a diferencia de ellas aquí el romance es un accesorio secundario. Desde la historia a los personajes, pasando por el cameo imperdible de Brad Pitt, La ciudad perdida transpira parodia dando como resultado una película donde nada se puede tomar en serio. Porque ni la propia película lo hace.

Todo está diseñado para crear un universo ligero, donde la tontería hace que todo sea posible. Por eso, para pasárselo en grande con ella, el truco está en verla sin expectativas arqueológicas o románticas. Sin pedirle mucho más que evadirnos con simpatía, carisma y personajes coloridos. Es así, cuando aceptas los momentos de comedia absurda por lo que son sin tomarte nada en serio, puedes encontrar una película fresca y divertida.